jueves, 28 de julio de 2016

Los peces no cierran los ojos



«No eran los gigantes que pretendían creerse. Eran niños deformados por un cuerpo voluminoso. Eran vulnerables, criminales, patéticos y previsibles.»

Los peces no cierran los ojos, de Erri De Luca. Seix Barral

Sinopsis de la editorial:
«Nacer y crecer en Nápoles agota el destino: vaya uno donde vaya, ya lo ha recibido como dote, mitad lastre, mitad salvoconducto.» Un hombre recuerda el verano de sus diez años en un pueblo costero cerca de Nápoles, los años en que se anhela un futuro desde el que sólo se puede mirar atrás. Entre la pesca y los libros, los paseos en solitario y los encuentros con los muchachos del barrio, transcurren sus días, hasta que conoce a una niña sin nombre que le descubre el peso de palabras como amor o justicia.  
 A los diez años, la edad se escribe por primera vez con dos cifras. La inquietud y el deseo de crecer son más fuertes que la apariencia física; torpe cascarón el cuerpo infantil. Y permanece intacta la necesidad de protección que cura el calor de las historias familiares, la presencia de una madre y el contacto de la mano amiga. 
Nombrado escritor de la década por el Corriere della Sera, y galardonado con los premios France Culture, Femina Étranger, Laure Bataillon o Petrarca, Erri De Luca es uno de los autores italianos más leídos y admirados en más de veinte países: «El único escritor auténtico que por ahora nos ha dado el siglo XXI», Corriere della Sera. Su última novela, Los peces no cierran los ojos, lo ha encumbrado de nuevo entre los lectores y la crítica: «Un pequeño milagro», L’Unità; «De Luca nos cuenta qué es crecer con la cruda sensibilidad de la que es un gran maestro», Il futurista.
Este libro es una  entrada tardía, lo leí a través de un club de lectura virtual a los que he estado apuntada, y en su momento no publique la entrada, y como considero que es un libro para leer en verano aquí mi recomendación.

Es una novela corta que tienes datos autobiográficos del autor. Me ha pasó que al comienzo del libro me deje atrapar por la fluidez con la que aprende el personaje a pesar de que no es consciente de ello. Aprende de su entorno; de los pescadores, del cine y de la chica del norte.

Fuí consciente de que el personaje crece porque crece a ojos de los que le miran, y eso se traslada al mundo real, nos sentimos y crecemos dependiendo del refuerzo que nos proporcionan los demás. O lo como asimilamos nosotros mismos el refuerzo (positivo o negativo) que nos transmiten los otros.

Pero a medida que avanzaba la historia y esta engancha para leerla de un tirón, dejaba de comprender muchas partes. Me perdí en las metáforas del poeta que habla cuando es adulto, intercalándola con las anécdotas de la niña del norte.


He destacado muchos párrafos que llaman la atención, pero quizás hay que conocer más al autor y sus escritos para que esta obra se pueda degustar como merece. Aun así me quedo con la buena sensación de una lectura interesante, los ojos del niño como los de un pez: abiertos, las manos suaves de la niña del norte y su idea de la justicia, el agua del mar salada y las labores de pesca.

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