martes, 20 de noviembre de 2012

La jubilación del oso

Con motivo de el “Día Universal del Niño” y en relación con el Buzón de Ideas de Relatos Imaginarios en donde apareció una nota que decía:

«Escribe un cuento de niños de 8-18 años»

Pulsa AQUÍ para descargar el audio. 


 Os dejo mi intento:


«La jubilación del oso»
« Hoy nos encontramos en Asturias.

Les habla el cámara para el programa de televisión que todos los meses llega a sus hogares.

Seguimos los pasos de un oso.

No es un oso cualquiera, trabaja  en los mercados medievales de la zona, es acróbata.

Avisan por radio. Hace dos días que el cuidador no encuentra al animal. Siguen sus pasos hacia unas fábricas en desuso, todo rodeado de grandes superficies llenas de helechos. Los edificios abandonados, las zonas de difícil acceso y la abundancia de plantas han hecho que aún no tengamos noticias exactas de donde puede está escondido nuestro protagonista.

El cuidador está preocupado:

 Es un animal bueno y dulce, le gusta jugar sobre pelotas grandes y danzar con aros. Le gusta su trabajo. El oso debe de estar perdido sin saber volver a casa 

Pide la ayuda a todos. Si ves un oso dínoslo.
Otra noticia nos alerta, en una ciudad cercana a donde nos encontramos, unos ladrones han robado una caja de ahorros. Los responsables de la entidad bancaria han dado un comunicado:

« Eran tres hombres, encapuchados, para huir han utilizado los caballos que se estaban usando para una sesión fotográfica publicitando la Caja, lo que ha impedido que se les siguiera por una zona montañosa. Se teme que hayan salido de la zona y por la seguridad de los caballos.» 

Trascurre un día, todos buscando, unos el botín, otros los caballos, algunos el oso… andan todos en la zona sin saberlo…

Los ladrones tenían preparado un coche todoterreno cerca y han dejado los caballos en un cueva abandona con el dinero, semanas más tarde, cuando todo se tranquilice volverán por el dinero, ¿Y los caballos? Tenían que matarlos, pero el malhechor que tenía que hacerlo se apiado de ellos, les quito la silla de montar y las cinchas y los dejo libres, no sabría que ellos por instinto regresarían a la cueva donde dejo la sillas, ellos asumieron que ese sería su nuevo hogar y que tarde o temprano vendrían a cepillarles y darles de comer. Los pastos estaban bien, pero ellos solían comer en un cubo, y siempre había alguna cosa extraña que mascar e intentar averiguar que había sido.

Al fondo de la cueva, tembloroso, con dos enormes ojos marrones se encontraba el oso, si no fuera por lo miedoso que era, en medio de la oscuridad sus colmillos blancos y su imponente figura hubiera dado pavor a cualquiera, pero él no infundía miedo, tan solo olisqueaba y se preguntaba si serían amigables esos ponis tan grandes y de que golosina se trataría lo que con tanto cuidado y ahínco habían escondido los hombres.

Finalmente la curiosidad pudo más, uno de los caballos fue a ver que respiraba y temblaba al fondo de la cueva, lo mismo era un cachorrillo en apuros. No se esperan encontrar a un gran oso encogido. Le animaron a que saliera a la luz y buscara un panal de abejas para comer, estaba hambriento. En un prado cercano habían visto lo que parecían colmenas.

El oso regreso con la miel y con manzanas deliciosas que encontró en un árbol para sus nuevos amigos, suficiente todo para comer.

Entonces les contó, su cuidador ha estado desde hace muchos años con él, ya un hombre mayor cada vez reniega más de la vida de viajante: llegar a un pueblo y montar el mercado, dormir donde surja; si hay posada, en una cama; si no hay hotel ni albergue, en un pajar; si no hay granjas o fincas con pajares, en un cobertizo o en la tienda de campaña; siempre pendiente del oso, cuidar que la gente no se acerque para meterle miedo o hacerle cosquillas. Tendría que pensar en jubilarse, ¿pero quién se ocupara del oso? Es viejo para un circo, asustadizo para un zoo, grande para una mascota...

El oso no quiso seguir estorbando a su cuidador y retrasar la jubilación, decidió probar suerte unos días, entre los helechos, al resguardo de alguna cueva. Comprobó que la lluvia moja su pelo y no puede cepillarse solo, es grande y no sabe cuánta comida necesitara para pasar todo el invierno, y tiene miedo por las noches y de los ruidos extraños del bosque, estaba pensando regresar al mercado medieval cuando oyó que alguien se acercaba.

Los caballos le explicaron que ellos eran estrellas del cine, posaban delante de las cámaras e interpretaban un papel, un día les tocaba ser un caballo de carrera, al otro reyes de la carroza tirando de ella, como en esta última ocasión, quizás, los rápidos cascos de los bandoleros que se alejan de las fuerzas del orden y las sirenas de policía.

El oso comprendió que en las valijas que escondieron los hombres había para muchos tickets de actuaciones en el mercado, y eso equivaldría a una jubilación de su cuidador y el sueldo de alguien que le cepillase el pelo cada vez que se mojase, evitando que le hicieran cosquillas y le asustaran por allí por donde fuera. Se lo comento a los caballos sobre que querían ellos,  después de oír helicópteros por la zona y gente gritando en la lejanía y que nadie diera con ellos, solo querían regresar a un establo lleno de paja seca, no todo tan verde y fresco, un barril de agua limpia y estanca donde refrescarse, y una mantita de cuadros para el lomo y así evitar resfriados. Las valijas no les importaban, no entendían bien que estos últimos ladrones no fueran actores y les hubieran dejado allí extraviados.

Cuando por la noches se suspendían las búsquedas  pasada la semana, ellos; los animales, se aproximaban más, hasta el último pueblo donde había habido mercado, con la esperanza que el cuidador del oso estuviera allí esperando. Los caballos habían decidido acompañar al oso para que no pasara miedo. A los pocos días lo consiguieron, al mismo tiempo que daban con el cuidador del oso, en la cueva donde se habían conocido, la policía forestal  habiendo encontrado restos de animales no autóctonos daba la voz de alarma y tenían bajo vigilancia a los atracadores, que regresaban confiados a por su botín.


 Retomamos la conexión desde Asturias.

Les habla el cámara para el programa de televisión que todos los meses llega a sus hogares.

Los pasos del oso que buscábamos han sido hallados, y con ellos la de los cascos de los caballos que usaron en el atraco de la caja de ahorros.

El oso apareció de la nada, por arte de magia, acompañado de los caballos. Por otra parte, nuestros informantes, nos han confirmado que los atracadores han sido detenidos pero no así el dinero, quizás escondido en los bosques de Asturiasy alguien de con ello.

Las compañías de seguros repondrán el dinero a los particulares y se confirma que los caballos podrán seguir actuando por encontrarse en perfecto estado.
Y ahora unas palabras del cuidador del oso:

Creo que el oso no se escapó sino que fue a buscar a los caballos que se encontraban en peligro, en agradecimiento los vecinos del pueblo nos han ofrecido quedarnos en un terreno con una casona llamada “La Osa” abandonado hace décadas y ofreceremos a quien quiera acercarse a la zona un espectáculo.

El oso está feliz con su nueva vida, su terreno, su finca; su cuidador está más descansado y los vecinos del pueblo son muy buenos; cada poco tiempo saca un pequeño fajo de billetes de las valijas bien escondidas y lo pone en la caja de recaudación, nadie entiende cómo puede ir también el espectáculo pero a final de mes los números están ahí, se hace un fiesta comunitaria que es reclamo para otros pueblos de la zona y se oyen cada vez más risas.»


Uriska

No hay comentarios:

Publicar un comentario