sábado, 24 de noviembre de 2012

Sábado, sabadete ...

El relato que viene a continuación es para mayores de 18 años, por lo que sí eres menor céntrate en otras entradas del blog.
Tiene relación con la anterior: “La jubilación del oso”,  y se supone (¡!) que es un relato erótico. Espero disfrutéis:
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Tengo la idea de quedarme en casa, ver una película interesante, comer palomitas de maíz, estar bajo la manta y masturbarme hasta que me duela la mano, esta es mi idea para este sábado noche. Sí me dejan…

Suena el teléfono
—Dígame—
—Vicky, ¿vas a venir?—
—No me apetece, estoy cansada, quiero darme un baño con espuma y leer algo—
— ¡Ya! ¿No habrás quedado con él?—
—No, no…. No me ha llamado ¿Tú crees que dijo de llamarme por quedar bien? ¿Le llamo yo?—
—Eres tonta. Deberías de haberle cortado los huevos cuando te dijo que rompíais, ¿Por qué no vienes, va? Habrá chicos—
—Ya me conozco yo tus chicos, todos emparejados o unos bodrios, además después de diez años de relación cortarían conmigo porque soy aburrida en la cama, lo que hay que aguantar. Pensaba en practicar un poco—
— ¿Practicar el qué?—
—Con mi cuerpo ¿ya sabes?—
—No, no sé, ¿vas a ir a un sitio de citas? Mira que no te veo en una de esas—
—No, me refería a algo más discretito, yo sola, aquí, en casa… explorarme…—
—Ummm ¿tienes consolador?—
— ¿Pero qué dices? Te recuerdo que tenía pareja hasta hace un mes—
—Creo que me va a doler más a mí que a ti, pero repito ¿tienes consolador? Porque a ver si al final el tonto de remate va a tener algo de razón—
— ¿De dónde quieres que saque YO un consolador?—
— ¿De una tienda? Vendrá Petra esta noche le digo que te traiga un kit básico, pero entonces tienes que venir—
—Petra ¿Quién es Petra?—
—La de las sesiones de Tupper en casa, te lo conté, ¡nos lo pasamos genial!—
—Estoy cansada, ¡y no me entero!, ¿para qué quiero un kit básico de tupper? No necesito conservar la comida, necesito tirarme a alguien y que me diga que no soy un pan sin sal; para variar—
—Me preocupa que después de aguantar al bobón lo único que te haya afectado en la ruptura es eso ¿él a ti te hacía pasarlo bien? Es que a estas altura Vicky me pregunto muchas cosas. Lo raro es que no lo hayas dejado tú antes. Ven y échate unas risas. Petra es la que organiza sesiones en las casas para vender suvenir eróticos —
—Sobre las nueve estaré allí ¿llevo algo?—
—No. ¡Ah sí! …, esta mi hermano, haz un bizcocho de chocolate de los tuyos—
—Joder con tu hermano—
—Venga va, esta vez le ves al dárselo, creo que se quedará un rato—
Preparo el bizcocho. Me ducho sin llegar a frotarme mucho por miedo a sentir que echo de menos al tontorrón, me pongo un juego de lencería que no llegue a estrenar con él. Un vestido negro, tapadito y discreto, botas altas, y un abrigo largo de paño que termina de esconder cualquier curva de mujer que tenga por considerarse sexy.
Voy pensando en el coche de camino a casa de Laura  que una fiesta es una fiesta, hay que animarse, aunque las fiestas de Laura son siempre de lo más tranquilas, hay música, comida y bebida, pero no pasan nunca de las cincuenta personas, muy clásicas todas ellas, y los pasos de baile son más animados en el geriátrico de la esquina.
Toco el timbre. Abre un hombre moreno, alto, con gafas de montura al aire, atlético
—Soy Tomás. Laura y Sergi están dentro. Dame el abrigo y pasa—
—Soy Vicky— Me sonrojo, tengo calor, voy en definitiva muy abrigada con ese vestido— Traigo un bizcocho—
—Pssiiiii— Alguien chista y me quita el bizcocho de las manos mientras me intentaba quitar el abrigo. Estoy dando dos besos a Tomas para rematar la presentación. Me giro y veo al ladrón del bizcocho, es Jorge, el hermano de Laura mirando debajo del papel Albal.
—Hostias Vicky cada vez tienen mejor pinta. Me alegro de verte— Me planta un beso en toda la boca mientras  me coge de la barbilla para que no rehúya, no deja de mirar el pastel. Me he quedado quieta, noto que al intentarme apartar me ha dado un tirón en el cuello. Jorge desaparece con el paquete en volandas y Tomás pasa a ser mi anfitrión en vez de un invitado más—
Al cabo de las dos horas estoy que me quiero tirar por la terraza, Tomas es muy buen hombre, pero ya me conozco su vida desde que tenía tres años, quienes son sus compañeros de trabajo y como tiene los horarios del gimnasio, en donde conoció a Sergi y por lo que está ahí.
Me ha invitado a ir al teatro y realmente estoy halagada, pero no me deja meter baza, me siento sosona y aburrida y el motivo de esta fiesta era evitar ese sentimiento. Sé que echo de menos a mí chico, al que hasta entonces había sido mi chico, y me había dolido infinitamente como puso punto final, me había hecho daño diciendo que el sexo conmigo era un asco, tenía la sensación que mi cuerpo sentía eso mismo hacía años, ¿y ahora que hacia? ¿Tenía cuarenta años y no sabía cómo disfrutar? Sí, ni física y ni mentalmente.
—Tomás tengo calor, voy a salir un poco a la terraza ¿me esperas?— Tenían un terraza con patio incluido en el ático donde se había mudado hace años Laura y Sergi.
—Sí. Creo que Sergi me dijo que tenía unos cd de música para darme, se lo pido ahora antes de que se me olvide—
Afuera se estaba bien sin abrigo, no pensé que hacía tanto calor, me sobraban hasta las mangas, me estire y note la molestia nuevamente en el cuello… Maldito Jorge, desde hacía años había cogido esa puñetera costumbre, plantarme un beso en todos los morros estuviera quien estuviera, el tontorrón (mi ex) se reía de las caras que ponía, Jorge simplemente lo hacía para dejarme cortada, rabietas del hermano pequeño de mi mejor amiga por tantas veces que le hemos fastidiado. Estaba apoyada en la barandilla de la terraza. Alguien se acercaba por detrás.
—Se ha quedado buena noche, ¿no crees?— Dije pensando que era Tomás. Me toque el cuello por  inercia.
Sus manos se posaron en los hombros y apretaron suavemente. Note que me relajaba al instante y deje caer el cuello hacia adelante cerrando los ojos. Le deje hacer.  Me retiro un poco el vestido para meter las cálidas manos, un poco, por la espalda, la escasa abertura no le dejaba mucha maniobra, y note que me sobraba la tela, por un momento me transporte a un cama y desee estar desnuda dejándome tocar, sentirme relajada para variar, descubrir que… mi sexo se humedeció ante la idea y volví a la realidad. Me dio un escalofrió y me gire haciendo que retirase las manos
— ¿Jorge? Pensé que eras… perdona— Estaba turbada, me sentí un colegiala.
—Tomás es algo gay para ti, te lo advierto. Laura me ha puesto al día y te venía a decir  que he quedado con unos amigos para salir de marcha, alguno te puede solucionar lo tuyo. Todo esto por otro pastel—
— ¿Lo mío?— Que cojones le había contado Laura al renacuajo.
—Pues eso, que no sabes cómo usar el paquetito de Petra y que necesitas un colaborador. Tengo amigos que seguro que te gustan, son buenos tipos. —
—Mira renacuajo, yo contigo no voy a ningún sitio, y lo que me puedan enseñar tus amigos me lo sé yo ya desde hace décadas— De pronto estaba enfadada conmigo por sentirme tan indefensa en una situación tan normal: el que me invitara alguien a salir para pasarlo bien, con Laura: por contarle a su hermano cosas personales. Con Sergi: porque acababa de abrir la puerta de la terraza como si tal cosa, con una sonrisa encantadora en los labios, sabiendo (yo) que adoraba a mi amiga y que ellos no se aburrían el uno al otro.
— ¿Estáis aquí? Laura dice que os marchéis ya, que cojas ropa de su armario si quieres cambiarte. Tomas se ha marchado y ha dicho que te llamara para lo del teatro—
¿Qué hombre da un recado así el primer día de conocerte? ¿¡Qué me llamará! como mi ex?
—Venga, ve a ponerte unos vaqueritos ajustados y algo de escote, que mis amigos son un encanto pero no sabrán que el favor se lo haces tú a ellos si te escondes tanto—
— ¿Eso pretende ser un piropo?—
Ya me cogía de la barbilla para darme un beso — ¡Pero qué buena que estas!— Esta vez sí conseguí rehuir y corrí a la habitación de Laura a buscar unos vaqueros.
Miraba todavía el armario sin sacar nada cuando entro Jorge
— ¿No te has decidido? Venga te ayudo que conozco mejor lo que tiene mi hermana—. Saco unos vaqueros negros, un top morado, y un pañuelo negro también— Esto pantalones son los suficiente estrechos para que tus botas vayan por fuera. ¿Mira a ver si te valen? Si seguís teniendo la misma talla te estarán estupendos—
—Date la vuelta mientras me cambio, no mires—
—Vicky por favor, que somos mayorcitos—
Me sentí tímida al principio, pero me envalentone por no parecer un niña, me gusto como sus ojos se posaban en mi cuerpo, se centró en los detalles de la ropa interior, note algo de admiración cuando me gire y vi que no me quedaba mal el top de Laura, destacaba ahora mi  pecho, la verdad que parecía otra con ese cambio de look.
Iba a ponerme lo vaqueros cuando hoy vibrar el móvil de Jorge. BRBRBRBRbbrbrbrbrBRBRBR
— ¿No lo coges?— Mientras voy metiendo una pierna en la pernera del pantalón giro para ver que Jorge no tiene un móvil en la mano, sonríe con algo morado y que emite un ruido extraño.
—Hace juego con tu camiseta, y creo que viene con una crema lubricante…— Tiene una bolsa de plástico al lado con diferentes cosas, pero viendo arriar el objeto en sus manos me quedo sin saber que decirle. Mi cabeza se pregunta cómo he conseguido estar en ropa interior delante de un hombre con un vibrador en la mano, pero mi cuerpo se acerca sin llegarme a poner los pantalones a quitárselo, sólo quiero quitarle el objeto de las manos. ¡¡Es mi tesoro!!
Él se ríe, y una sensación de cólera me hace que me arroje a lo bruto para quitárselo mientras sentado en la cama estira el brazo, me he agazapado encima suyo y en vez de conseguir mi objetivo veo que me hace cosquillas y comienza a darnos la risa. ¡Esto no es serio!
—Pero ansiosa, tantas ganas tienes de usarlo que no puedes esperar a llegar a casa. Mira que como Laura entre—
Miro hacia la puerta y pienso que parecemos unos críos jugueteando. Me quito de encima de él y me tumbo en la cama.
—Cierto, tienes razón. Lo mismo viene alguien—
Por un momento me había sentido con ganas de relajarme y disfrutar, tengo tanta confianza con Jorge que no me costaría experimentar con él. Pero el momento pasó.
Veo como se levanta y cierra el cerrojo de la puerta.
— ¿Qué haces?— Le pregunto extrañada mientras me incorporo.
—Ayúdame a quitar el edredón y túmbate— Lo dejamos en una silla vacía del cuarto. El pestillo de la puerta está cerrado, y si ahora intentara entrar alguien no podría, nos dejarían unos segundos para improvisar algo.
Me tumbo aguantando la respiración y notando un calor más intenso, ya no es incómodo sino agradable, estoy a la espera de qué hará Jorge. Conociéndole lo mismo saca un trozo de bizcocho de la bolsa y la expectación se queda en risas, pero estoy nerviosa por saber que me aguarda.
Cierro los ojos y noto que me acaricia las piernas desde el tobillo a la rodilla. Experimento una sensación de humedad pero no sé bien si es su lengua o algún objeto inanimado que hace que la piel se erice. Me separa las piernas suavemente y me da por reírme
— ¿Qué vas a hacer?— 
— ¿En serio que no lo sabes?— Oigo que me pregunta, su tono de voz ya no parece jocoso. Se acerca más arriba y cuando creo que parará a mitad de mi cuerpo sube hasta el cuello y me besa, no es el beso de siempre: para picar, mis labios esta vez le buscan. Su boca carnosa queda  dentro de mi aliento y tengo sed de él. Me susurra
—Cuando quieras lo dejamos— No es que él quiera parar es que me está pidiendo permiso. No sé qué decir y abro mucho lo ojos. Le beso para que sepa que quiero continuar.
Nos juntamos en un abrazo que nos funde y sin saber bien como hemos cambiado de posición tengo el top bajado y su lengua lame mis pezones. Está retirando el bordado de mis bóxer y noto sus dedos juguetones acariciando mi bello. Un poco más adentro hace que un suspiro suene a jadeo mientras mi mano intentan encontrar su trasero, en la exploración he cogido un objeto que intento apartar, pero se me resbala y queda debajo.
—Espera, espera— Me dice, mientras se incorpora y se quita los pantalones. Su miembro erecto ya es bastante prominente debajo de unos slip que no dejan nada a la imaginación, todo se intuye.  Mira lo que tengo cogido en la mano, es el dichoso vibrador. Lo toma resueltamente y lo pone marcha, lo deposita un momento al lado, mientras me retira la ropa interior haciendo que colabore subiendo las piernas.
Pienso que me introducirá el vibrador y dudo de si es eso lo quiero, porque no soy capaz de pensar con claridad, con mi ex esto no me pasaba y en el momento que esta idea va a tomar forma, desaparece sin más. Él ha cambiado de idea y en vez de meterme el artilugio directamente me come el coño como si tuviera un trozo de mi dulce pastel entre las piernas. No soy capaz de preguntarme quien es esta que no finge, que está siendo explorada y maneja las manos de él y su cabeza a zonas cada vez más profundas.
El aliento me falta y es justo cuando descasamos y busca algo en sus pantalones. No consigue lo que busca y revuelve en uno de los cajones del armario. No tengo ganas  de saber, le observo, su espalda vigorosa, el culo perfectamente redondeado y ese perfil que no podía imaginar me excitase tanto. Ha encontrado una caja de preservativos y me acerca uno
—Pónmelo—
Me tiembla el pulso como si fuera la primera vez y sonrió por todos los poros.  Ya con ello puesto me mira para saber cómo quiero hacerlo
—Me pongo encima de momento hasta ver el ritmo que llevamos— He comenzado a tomar la iniciativa.
No es necesario que cambiemos porque cuando el movimiento ha hecho que entre de lleno nos fundimos hasta llegar al orgasmo; primero, ante de sorpresa mía, me corro yo, un minuto después él. Me abraza pero al ver que mis músculos relajados van volviendo a su ser, me aparto.
—Dúchate mientras cambio las sabanas— Me dice Jorge— preferiría que no se lo contaras a mi hermana, que quede entre nosotros—
Le miro sorprendida, no es arrepentimiento lo que he temido por un momento, es timidez, está cortado. Asiento con la cabeza y le doy un pico. Al salir de la ducha la cama está hecha con sabanas limpias y la ropa que me voy a poner doblada. Entra el en el baño mientras me retoco el maquillaje.
Saldremos a tomar algo finalmente y lo pasaremos bien. Esto ha sido solo el comienzo.
Uriska<<

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