lunes, 16 de abril de 2018

Botones y odio




Botones y odio, de Penélope Sky Hartwick Publishing

Es la segunda parte de Botones y encaje

Sinopsis de la editorial:
«Me estoy dejando la piel para conseguir botones.
Pero también los estoy entregando.Cuanto más me enamoro de Crow, más deseo que haga las cosas que yo quiero. Cenas, citas y noches en la playa.Todo tiene un precio, y la reserva de botones que tanto me he esforzado por conseguir disminuye con rapidez.¿Se prolongará para siempre este tira y afloja? ¿O alguien se quedará sin botones antes? »
Con esta sinopsis nos deja claro a los que leímos la primera parte, que los botones ahora no sólo sirven para que la esclava sexual tenga un pago por sus servicios, sino que parece que da hay un giro y la sirve para comprar.

Pearl consigue con su supervivencia dar un giro a la historia y pagar a su captor de ahora; Crow por unas citas que siguen terminando el sexo desbordado y sadomasoquismo, en esto no cambia mucho la historia.  Veo una posible batalla futura de Pearl contra la trata de blanca, pero no sé si es mi vena optimista entre tanto polvo, salvaje y doloroso y, para mi nada erótico. Tanta humedad por los bajos en ella y tanto engrosamiento del miembro en él, repetición y repetición, y dejar a medias la psicología tan compleja de todos los personajes a mí me provoca curiosidad por saber cómo terminara y poco más. Por mi parte lo más erótico que he encontrado es cuando en la página 104 le piden torrijas para desayunar a Lars, el mayordomo. 

¿Y por qué esta lectura? Lo mismo que en la primera parte, campaña de publicidad, envío de ebook para reseñar por parte de la editorial, y es un lectura rápida y fácil, llena de repeticiones que en los anuncios o entre multitarea se puede cuadrar sin que me resulte tediosa la tarea.

¿Caerá la tercera parte?  Sí, porque pese a que el hermano de Crow cuando manda a Pearl al hospital género en mí una agresividad defensiva sobre la cosificación de los seres humanos difícil de definir, el que ella haya conseguido huir, de momento; os lo tendréis que leer si queréis saber cómo, me da un rayito de esperanza.

Me sigo planteando de todas formas que quién con tanta pasta, un viñedo en la campiña italiana, una casa en la playa, y mayordomo como Lars, se va aponer a comprar a una mujer y hacer intercambio con ella de botones. Y Pearl tan a gustito con sus bañitos en la piscina y su lecturas ¿Qué qué leerá? ¡Qué necesidad tenía la historia de convertirla en una esclava sexual apaleada!


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