Palillos chinos, de
Javier Maura. Editorial Adarve.
Sinopsis de la
editorial:
Un subinspector de policía pierde los papeles ante un maltratador, por lo que es objeto de una investigación interna que le lleva a sufrir una crisis existencial. Mientras tanto, el alcalde conservador de un pueblo aparentemente tranquilo, yerno del cacique local, pretende hacer carrera política construyendo el puente que los vecinos reclaman desde hace tiempo. Ambos, subinspector y alcalde, se terminan encontrando en un oscuro episodio, donde convergen diversas instancias de poder y personas dispuestas a hacer justicia. La novela describe los conflictos existentes fuera de las grandes ciudades, en una España rural donde internet juega ya un papel protagonista y la realidad es más difícil de ocultar.
Me llego un ejemplar de esta novela gracias a la plataforma de Babelio y su propuesta de Masa Crítica.
Esta novela
entrecruza las historias y las vidas de un subinspector de la policía y un
alcalde de un pequeño pueblo. Va intercalando las vivencias de cada uno en los
capítulos contadas desde el punto de vista de ellos y llega un momento que sus
vidas, sus actos, se ven involucradas en los mismos acontecimientos.
Los diálogos están
integrados en el texto. Los pensamientos de los personajes también mientras nos
van narrando y describiendo las escenas. A pesar de usar en autor esta forma,
no convencional, no hay confusión en el texto y va quedando claro, por una parte,
la personalidad agresiva del policía que no se termina de adaptar, y por otra,
la del alcalde sumiso que se ve arrastrado por derroteros que no pretende, pero
se deja convencer.
Los dos
protagonistas no me han caído bien por sus constantes cambios de opinión, a
cada cual más retorcido y justificado por una sociedad corrupta. Sus discursos,
que ellos si se creen, me ha parecido dañinos para una personal emocional sana
y tóxico para las personas de su alrededor. La trama sí está bien hilada.
Leyendo la sinopsis
y sin conocer al autor me esperaba un thriller policial de novela de
investigación de casos. Me he encontrado
más bien con el destape de corruptela política, urbanística, contabilidades B y
el intento de defenestrar a un cacique actual de un pueblo que lo tiene todo
para crecer y auto gestionarse pero que se utiliza para el bien de unos pocos.
Los casos
policiales; violencia de género, un maltrato no denunciado y una violación con
asesinato ya hubiese dado para una novela independiente, pero en un párrafo se
ventila la investigación dándonos las conclusiones y la resolución. Sin
embargo, cuando tiene que dar el informe de un incendio o cuando nos habla del
entramado de las relaciones de los cargos que hay dentro de la alcaldía de este
pequeño pueblo, se nos van dando detalles jugosos para irte haciéndote una idea
de lo que está pasando y querer saber cómo lo resolverán los personajes.
El subinspector es un hombre separado con una hija universitaria, expulsado de Madrid y trasladado a un pueblo confín para no culpabilizarle más por írsele la mano hasta sus últimas consecuencias con un maltratador. El Alcalde es un hombre de una clase social baja que se casa con la hija de un cacique y tienen dos hijos adolescentes en convivencia con ellos.
Con estos dos perfiles tan opuestos y sus grises parece que refleja toda la sociedad. Trata temas como el racismo, las diferencias sociales dentro de un mismo lugar, caciquismo, violencia de género, la investigación periodística, los favores políticos, la corrupción, la falsa expectativa de las relaciones sexuales y emocionales, las educaciones familiares, el patrimonio cultural, los conflictos de convivencia, y la exposición de los depredadores que hay en todos los ámbitos.
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