martes, 28 de abril de 2015

El caso de la mano perdida


El caso de la mano perdida, de Fernando Roye. Editorial Sinerrata.  Cubierta de Manolo Acedo Lavado.

Pueblo de Santa Honorata inspirado en el pueblo de Santa Elena (España). 1952.

Carmelo, uno de los protagonistas, es sargento de la Guardia Civil. Jefe de cinco hombres en un pueblo de Sierra Morena se debate entre protegerse de los subordinados que quieres su cargo e investigar un caso que al él le interesa: encontrar el cuerpo de un pastor, del cual solo  han hallado la mano, para que le permitan investigar el caso en vez de preparar una visita del Caudillo a la zona para una cacería.

A Carmelo le llamen el embrujado, tiende a estar cansado y con sueño a donde quiera que va, pero además tiene un ojo de cada color y diferentes, estos rasgos le dan un aspecto en la mirada felino o reptil y eso inquieta a sus oyentes. El personaje se completa con sabiduría popular o premoniciones que tiene.

En definitiva un personaje peculiar que dota a la acción de procesos de investigación no vistos en otras novelas, como llevar la mano encontrada a todos los lugares en vez de registrarla como prueba, interrogar a un oveja o sabiéndose el refrán «Cuando un gato se lame la cara es porque pronto vendrá una visita» descubrir que tendrá un visita importante que atender.

Esas características hacen que la novela sea distendida y amena, no por ello banal, ya que cuenta con elementos descripción social como el hambre en los pueblos, el desentenderse por parte de los vecinos a determinados hechos como la explotación sexual o la mendicidad, la corruptela en organismos públicos por ideologías políticas, el caciquismo, etc.

La figura de Carmelo me ha gustado como investigador, no tanto como marido y padre de seis hijos, que a pesar de implicarse en su casa en otros momentos hace entender que le gusta la soledad que no encuentra.
Con otro de los personajes que me quedo es con Benito, con su aspecto de señorito, incorporado hace pocos meses a su destino en el pueblo, lector en un entorno que es considerado inusual, se hace hueco en la novela.

Y para odiar, Rosario, por ser sádico y borrachín.

El autor además va mencionando otras novelas y a otros escritores, Conan Doyle  , Agatha Christie  y George Simenon.







Así que da para mucho la lectura a pesar de ser una novela que te lees rápido y la que encuentras toque de humor que no te hace entrar en la polémica política que podría plantearse. Tenéis además un sorteo para poder conseguir la novela en el blog del autor.

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