La máquina
natural, de Ignacio Fernández. Baile del Sol.
Sinopsis de la
editorial:
La máquina natural es una novela apocalíptica que arrastra al lector a través de unos hechos insólitos y una atmósfera inquietante. La vida de Francisco, una vida que está alcanzando la vejez, transcurre en la soledad de la ladera argentina de la Cordillera de los Andes. Su casa ni siquiera forma parte del pueblo, aislada entre los nevados declives y los montes de pinos y araucarias, pero ha aprendido a vivir en esas condiciones e incluso ha conseguido que los vecinos sean complacientes con él y sus excentricidades. En su rutina no cabe nadie más que su perra y un trabajo solitario, de modo que no sabe cómo actuar la mañana en que tres desconocidos armados, dos hombres y una joven embarazada que parecen estar huyendo de alguien, irrumpen en su cabaña. No imagina qué pueden querer de él ni comprende la historia de caos y desolación que traen consigo: dicen que abajo, en las ciudades, en todas partes, la civilización ha desaparecido; dicen que el mundo humano ha dejado de funcionar; dicen que a partir de ahora, todos deberán aprender a sobrevivir. Y Francisco, tan rehén del revólver como de la incredulidad, acabará comprobándolo por sí mismo cuando los guíe hasta el pueblo y lo encuentren vacío, con las casas abandonadas y los animales liberados.
Me gustan las
novelas apocalípticas porque son una evasión del día a día. Hasta ahora el
esquema de las novelas que he leído era similar porque se seguía una
consecución lógica y urbana. El cataclismo dentro del grupo social integrado,
aunque hay autores que por su estilo despuntan con los personajes o por su
planteamiento, encontrarme con las dos cosas en una misma novela no recuerdo
que me pasara: la máquina natural sorprende por el argumento inicial y por sus
personajes.
Francisco no es
un hombre mayor integrado en una sociedad que se encuentra con el apocalipsis,
sino que es un ermitaño huyendo de la sociedad que no sabe ni siquiera que ha
llegado el Apocalipsis. Él decide vivir solo en mitad del monte con la compañía
de una perra que un día se topó con ella. Del mismo modo aparecen un día tres
extraños, armados en actitud agresiva, solicitando su hospitalidad por la
fuerza. De los tres, una mujer joven embarazada a punto de tener un bebe. El viejo, como se empeñan en llamarle, tiene que ir a buscar al pueblo cercano la ayuda de una partera acompañado por
otro miembro de los tres; el más agresivo. El tercero de los tres parece un
hombre más cabal y sosegado. Un grupo, en
su conjunto, extraño.
A lo largo de la
novela nos ira contando el autor de una forma narrativa cuidadosa y bella como, en el
fin de los días que conocían, se cruzaron e hicieron grupo hasta dar con el hogar
de Francisco, y su pueblo, debidamente alejado.
El sosiego con el
que empieza la narración va dejando en la historia lagunas desgarradoras y
dudas que nos llevan a un desenlace, que como no puede ser de otra manera, en este
tipo de novelas; violento e indignante.
Me ha parecido curioso
que a lo largo de la novela, los personajes tienen cualidades y actitudes para sobrevivir
a un cataclismo pero no son estas cualidades las que les salvan sino la mera
observación, la paciencia y la constancia en una idea. Por el contrario gente
que se cruza en su camino, con dotes de supervivencia, fuertes y entrenadas sucumben
ante un pulso que devasta.
Me han parecidos increíbles
los relatos que aparecen entre medias de la novela, que son artículos de un periódico
local Apocalipsis como premonitorios de lo bueno de la fantasía dentro del fin de
los tiempos.
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