jueves, 30 de marzo de 2017

Diario de diez lunas


Diario de diez lunas, de Carmen Garijo. Editorial Suma. Ebook.

Sinopsis de la editorial:
Mafias, blanqueo de capital, oscuras prácticas sexuales, detectives, asesinatos... y una mujer embarazada que tiene diez lunas para tomar las riendas de su destino.Elena es una ejecutiva triunfadora que está a punto de acceder al puesto de directora de cuentas en la importante empresa de Publicidad y Relaciones Públicas donde trabaja. Su embarazo trastoca todos sus planes y la lleva a cambiar el rumbo de una realidad que solo aparentemente tenía bajo control.
La autora Carmen Garijo es periodista y trabaja en el sector de las revistas femeninas, y esto cuando lees esta novela es lo que transmite, lenguaje periodístico cuando narra el conflicto empresarial y la trama del blanqueo de dinero, exposición de periodismo de investigación cuando se centra en la red de prácticas sexuales y videos snuff, y el conflicto existente en todo reportaje femenino cuando Elena, la protagonista, tiene que tomar decisiones laborales o sobre sus relaciones personales.

La novela cuenta como Elena se queda embaraza, que en principio no es una decisión buscada, y a partir de ahí rompe con su amante, entra en la toma de decisiones sobre su matrimonio y sus expectativas laborales cambian no por el embarazo en sí sino por el descubrir un red de blanqueo de dinero en la empresa para la que trabaja.
La narración mezcla la investigación profesional mediante la contratación de una empresa de detectives, con la investigación personal por parte de la protagonista por descubrir la verdad de lo que le sucede en su vida personal y laboral y un entramado empresarial difícil de esclarecer a simple vista, argumento que se repite de otras novelas que he comentado; por poner un ejemplo El rompecabezas del cabo Holmes, de Carlos Laredo.  La novedad aquí es que la prota va contando la historia a medida que va avanzando su embarazo, de ahí el título, que además lo explican en la novela. Otra característica que los personajes están estereotipados y son superficiales.

Me ha gustado el que la novela tenga estilo propio y no me ha gustado que esa narración estereotipada haya evitado crear vínculos afectivos con los personaje, ni cuando ellos mismo parecen estar en conflicto emocional me ha parecido reales, si guionizados por un artículo que enfrenta dos posturas. Otro ejemplo para intentar explicarme: Elena tiene un amante, con el que lo deja sin remordimientos por el hecho de estar embarazada de su marido, entonces es cuando se plantea que tiene que tomar una decisión con su relación con Mario, el marido. Por una parte es independiente y nada celosa, por otra acompasa su respiración a modo idea romántica cuando está a su lado y finge dormir cuando él llega tarde a casa. Me ha parecido un personaje tan dual y con unas argumentaciones tan dispares queriendo abarcar un ancho de identificación tan grande que al final hasta he dudado que el personaje resuelva sus conflictos, algo tan real que a mí personalmente no me ha gustado. Quizás sea lo buscando por la autora y el contarnos esta historia, que se puede trasladar a la corrupción empresarial, la familiar cuando se mezcla con capitales en paraísos fiscales, y la personal cuando valoras que todo el mundo es corrupto y porque no sacar tajada del asunto.


Además aunque el personaje lucha contras lo estereotipos y las diferencias negativas entre el género masculino y femenino me resulta contradictorio que presente un demanda laboral por relegarla de sus funciones por el hecho de estar embarazada, cuando por otro lado se explicar a lo largo de la novela que ese no es el principal motivo. El que ella, Elena, no quiera estar con la pata quebrada y sumisa a su marido, pero que por el contrario critique la actitud como mujer de su hermana manipulando a toda la familia o de su madre entregada a su padre y a su marido por felicidad propia me chirría.


Eso sí, cuando van de gintonic por garitos pijos de Madrid o plan forfait a esquiar no me he sentido identificada, pero cuando quiere comprar la casa en Cabo de Palos y rememora el arroz de la Tana pues sí. ¡Qué ganas!





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