jueves, 2 de julio de 2015

El cartero de Neruda (Ardiente paciencia)



Ardiente paciente o más conocida como El cartero de Neruda, de Antonio Skármeta.  

La cogí de la biblioteca recordando El libro de las preguntas y siendo consciente que no volví a leer nada de él ni sobre él.

Esta novela de Skármeta retrata la figura de Neruda desde la visión de su cartero. Es decir que el personaje principal es el hombre que le lleva la correspondencia al escritor en Isla Negra.

A parte de eso es un hombre de inmensa paciente como se deduce del título original que tras el éxito de la película italiana dirigida por Michael Radford (1994) se reedita como el cartero de Neruda. La otra parte del título original ardiente nos lleva también a deducir porque en 1985 fue clasificada para mayores de 14 años.

Aparte de ser Premio Nacional de Literatura de Chile y narrar hechos que realmente ocurrieron:

4 de septiembre de 1970: Salvador Allende gana las elecciones presidenciales.
21 de octubre de 1971: Pablo Neruda gana el Premio Nobel de Literatura.
11 de septiembre de 1973: Golpe de estado que afecta a los personajes.
Y además, se refiere a los detenidos y desaparecidos, y al desabastecimiento de alimentos que sufrió Chile en esos años.

Con estos datos para un buen basado en hecho reales y con unos personajes que tienen miga: Mario Jiménez (cartero), Beatriz (enamorada), Rosa viuda de González (suegra), Don Cosem (jefe) y Labblé (diputado), Pablo Neruda (el Escritor) y Matilde de Reyes (esposa de Neruda) el autor crea un historia de acción que mezcla la política, la amistad y el amor.

He disfrutado mucho con la historia, pero sigo teniendo pendiente leer algo más de Neruda y adentrarme en el mundo de Skármeta aunque sólo sea a través de este enlace.


Cerró los ojos cuando ella retiraba el huevo con su boca.
A oscuras la cubrió por la espalda mientras en su mente una explosión
de peces destellantes brotaban en un océano calmo. Una luna inconmensurable
lo bañaba, y tuvo la certeza de comprender, con su saliva
sobre esa nuca, lo que era el infinito. Llegó al otro flanco de su amada, y
una vez más prendió el huevo entre los dientes. Y ahora, como si ambos
estuvieran danzando al compás de una música secreta, ella entreabrió el
escote de su blusa y Mario hizo resbalar el huevo entre sus tetas.

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