miércoles, 4 de julio de 2012

Veinte Pétalos






Desde el blog Tinta por Lorca y Complemento se ha sabido el resultado del certamen literario que habían propuesto para crear una antología de relatos con carácter benéfico por el terremoto ocurrido en la localidad de Lorca. Conocí personalmente las bases del concurso   por el blog de Tinta y Acordes y Los Octaedriles que se hacían eco de esta propuesta literaria.

La portada me ha encantado y algunos de los seleccionados son una novedad literaria sobre la que empaparse.

Intente aportar mi granito de arena enviando un texto que no ha sido seleccionado pero que os dejo continuación para que huyendo del mío os decidáis a colaborar cuando salga definitivamente la publicación.

Los seleccionados son los siguiente, si alguien conoce el blog o algún enlace interesante relacionado con los autores se agradece la información.


Caro Musso "Dulce Rico"
Julieta Carrizo "Sentimientos"
Ana Iturgaiz "Después del futuro"
Macarena Sanchez "Tu y yo"
Victoria Rodriguez "Abre tu mano"
Oscar R Arteaga "Reencuentros"
Vanessa Garcia "La luz que me llegó del sur"
Velia Luna - "Permiso especial"
Adriana Andivia -  "Nueva vida"
Isabel Keats "Punto , set y partido"
Susana Gallego "A los pies de San Mateo"
Stephania Gil "Amor"
Raúl Martín  "TRACSUM"
Leara Martell  "Destino tardío"
Mª Jesús Juan  "La prima Raquel"
Patricia Pérez  "Verano en Lorca"
Kelly Dreams "El desafío"
Nené Torreira "Besos salados"
Lucía G. Lavado "Susurros en la oscuridad"
Melanie G. Alexander "Cambios permanentes" 



Tinta por Lorca  

Vacaciones en Lorca, de Uriska

Comienzan mis vacaciones, he cogido billete de tren a Murcia, y después allí ¿quién sabe?
Me hace mucha ilusión, desde niña, estas escapadas son toda una experiencia nueva  para mí, ir a ningún sitio, y es que es eso; escapadas a no saber donde voy.
En mi  once cumpleaños mi padre se sentó a mi lado y pronuncio un discurso.
            —Ya eres casi toda un mujer. El negocio familiar es prospero y dentro de poco tendrás que  pensar en estudiar para continuar con la empresa, pero  te gustará más ir con chicos, el salir, las fiestas, los viajes. Es necesario que tomes decisiones adecuadas y no decaigas en la dejadez. Pensar en tu familia te ayudará a posicionarte al frente. Te voy a contar mi secreto: mis vacaciones, esas que me tomo una vez al año sin vosotros es para meditar, desconectar, estar ilocalizable, y aburrirme para, al regreso, llenarme de actividad —
            Me caló mucho esta conversación porque entonces mi papa era un semidiós para mí. Incluso pensaba que en esas vacaciones, sin el resto de la familia, acudía al Olimpo a recargar sus superpoderes.
Ese mismo año cogí mi tarjeta de crédito, una mochila, y deje una nota a la niñera alemana que me cuidaba ese año. Quería coger fuerza para el resto del año y estar al frente del negocio familiar, no entendía que era eso de ser toda una mujer pero me sonó bien. Pedí al chofer que me llevara a la estación desde la urbanización residencial donde vivíamos. En la terminal de autobuses buscaba un destino que me apeteciese conocer.
Vi chavales de mi edad arremolinados en una autobús, me acerque y pregunte:
—¿Adónde vais?—.
Todos me ignoraron excepto una niña morena con la el pelo más largo que vi en mi vida, sucio y enmarañado en una especie de coleta destartalada.
            —¿Eres de grupo especial?—
Mi mama me decía siempre “—Nosotros somos especiales. Tenemos clase—“, aunque nunca nadie me lo había preguntado hasta entonces. Siempre lo daban por hecho. Asentí con la cabeza.
            —Ven yo te ayudo— Canela era como llamaban a esa pequeña. Cuando sonreía la suciedad desaparecía y me ayudo a “colarme” en el campamento a donde iban unos niños de servicios sociales quince días.
Para ellos fue su ultimo viaje como niños, estaban en una edad en la que ya les exigían ganarse las habichuelas y regresarían a sus casas convertidos en adultos, dejando atrás su infancia y por eso vivían a máximo los días y se reían a todas horas.
Para mí fue una dura prueba por otros motivos; él sentirme diferente, el no saber reírme y jugar con él ansía y la necesidad de los otros, el verme embutida en una camiseta y unos pantalones de otros porque perdí mi mochila. Darme cuenta que en mitad del campamento no había cajeros para comprar cosas y que yo era la única niña en mil kilómetros a la redonda con tarjeta de crédito. Lo que ayuda a pasar el día era la amabilidad de otros.
Estaba  preocupada por esas cosas superficiales donde no existían, me enseñaron a vivir de otra manera, y a tener la seguridad de que al volver a casa iba a querer conservar todo aquello que se me había regalado por nacer en casa de mis padres.
            Al regreso comprobé que todas esas cosas seguían ahí pero que mis padres no sabían que me había ido quince días de casa, la cuidadora alemana no dijo nada por miedo a perder el empleo y ellos simplemente no notaron mi ausencia. La niñera lloraba  con una alegría tremenda al verme porque sabía que no me había secuestrado o asesinado y sobre todo porque no perdería su empleo, me confeso entre llantos que ni siquiera era alemana.
            De esta primera experiencia entendí el miedo, las consecuencias de las mentiras o verdades, los más cercanos no saben que es de tu vida y el mejor amigo puede ser alguien diferente por el simple hecho de pararse a mirar.
Canela desde entonces ha sido mi amiga. Aprendí de ella que su infancia desde los ocho consistía en pasar los días yendo a la escuela, ayudando a su madre en un taller de costura y a su padre en un puesto de verdura. Su suciedad era una costra para evitar que la vieran, un hermano suyo había vendido las cañerías de parte de su casa y con un barreño se aseaba a duras penas, no quería cortarse el pelo pero se tenía que conformar con llevarlo enmarañado, y la alternativa era bañarse en casa de un vecino que se empeñaba en hacerla fotografías, “sólo” eso, pero a ella no le gustaba.
Cada año, eso sí, me alejaba de ella y de mi dulce hogar envuelto en papel celofán y me marcaba un viaje, no más lejos de cinco mil kilómetros y buscaba un punto de mira para ver que haría el resto del año.
Seguí haciéndolo, sí, pese a que mi padre cuatro años después de su discurso confeso que en sus viajes le era infiel a mi madre, con una mujer más mayor y más fea según mi madre, con dos hijos  y nos dejo plantados para irse a vivir con ellos.
Mi madre se dedico  entonces a viajar en vez de estar todo el día en el club de campo, ella siempre a más de cinco mil kilómetros.
Me quede con mi cuidadora, aunque no la precisase, cada año decía ser de un país diferente porque eso a mi madre le gustaba o no se daba cuenta. Rodeada de empleados me volví tímida e introvertida, ávida lectora, pero cuando salía de mi caparazón me desenvolvía bastante bien. Actualmente siguen las cosas de manera similar.
Todo se mantiene gracias a la empresa familiar de accesorios o complementos que se ha ido convirtiendo en multinacional con muchas franquicias. MI padre se mudo físicamente pero no financieramente.
Pesé a no tener que dar un palo en la vida he estado motiva a querer sentir que podía experimentar sensaciones por mi misma y no comprarlas. No conformarme con las parejas que me busca mi madre en cada una de sus escalas por casa. No aceptar que mis hermanastros, por usar slip, estaban mejor preparados  que yo para poder trabajar en la empresa. Y sobre todo quiero seguir encontrando gente que me mire como Canela, limpiamente.
Por su parte Canela, ha conseguido estar al frente de una boutique, ser modelo a ratos, disfrutar de todo aquel que se le cruzar en su camino, y retirar a sus padres a una pequeña aldea con huerto y ser independiente y feliz.
Así que ahora lo único que tengo en mente son mis vacaciones, este año he elegido Murcia, tengo pensado desde allí coger el primer autobús que salga algún sitio con hotel y biblioteca y relajarme unas semanitas para ver que me depara la vida.
El último  preparativo es ir al alergólogo, hace un par de años me comenzó una urticaria y después de muchas pruebas soy alérgica al melón, según vino se me ira dice mi medico, pero me receta unas pastillas que él insiste siempre lleve conmigo y me tome si no sé si algo lleva trazas de melón. Rara alergia porque no suelo tomar frutas de color verde.
Siempre hay que esperar en la consulta del  medico. Las chicas de recepción me han dicho que pase a la sala de espera, es amplia y cuenta con una pantalla panorámica de cuarenta y cinco pulgadas en la que ponen dibujos animados.  Sé que tendré que entrar en la consulta de la puerta amarilla y que antes de recetarme las pastillas me hará unas pruebas y un pasará un cuestionario, no es esencial para el tratamiento pero el doctor me ha metido en un programa de ensayo ya que dice que se han disparado las alergias como la mía, en pocos años hay varios casos en su consulta.
Leo el periódico que hay encima de una mesa a la espera que me llamen por el altavoz. Oigo que alguien dice buenos días al entrar en la sala de espera, voz potente, hermosa; otros pacientes contestan, sin levantar la vista respondo por educación, aunque al mismo tiempo pienso que debería responder, por educación, apartando la vista de las noticias... y dar dos besos, y dar la mano, y preguntar qué tal, y... ¡cómo me ha gustado ese buenos días!.
El dueño de la voz lleva traje de chaqueta oscuro y maletín de piel negro, tiene buenas espaldas y le sienta genial el traje ¿Cuánto llevo sin ligar? Esta de espaldas, aun de pie, mirando los dibujos. Coloca el maletín en una silla y saca una carpeta roja, bolígrafo y móvil. Efectúa una llamada: no es personal, es profesional, escucho esforzándome en enterarme sin saber porque.
Sigo sin verle los ojos. Se sienta en una fila en que le veo de perfil y anota respuestas que le da su interlocutor, hablan de una cita para dentro de diez días, tiene previsto un viaje a Lorca para valorar la rehabilitación de un edificio.
Me llaman por megafonía y me olvido del hombre maletín. Mi doctor es un encanto, me desea buen viaje vaya donde vaya. Mientras salgo me voy poniendo el abrigo y me siento alegre por los próximos días, se me engancha la manga en el respaldo de la silla y noto un tirón en la muñeca, ¡estoy nerviosa!, ¡Me voy dando con todo!.
No he caído en la  cuenta que tras de mi dejo una pulsera enganchada con mi nombre y un numero de serie. Son la nueva adquisición del negocio familiar, registrar la joya de manera personalizada, da un porte de estilo a los accesorios y ayuda a tener la base de datos de clientes actualizada en todo momento. Quién tenga la pulsera dará conmigo. Él la recoge para dejarla en recepción cuando salga de consulta, la echa al bolsillo de la chaqueta, no comprende sin embargo que con todo el melón que comía de chiquitito ahora sea alérgico, le parece que el doctor se equivoca de alergia y le tiene de aquí para allá haciéndose pruebas como ratón de laboratorio.

Bajo del tren y doy una vuelta por Murcia, visito la catedral, y almuerzo a la vuelta de la esquina; unos huevos fritos servidos en sartén individual con patatas.
En la estación de autobús tengo que elegir cual será mi destino este año. Veo un cartel antiguo, es de una Biblioteca Municipal de Lorca, anuncia “Encuentros con autor” ¿Lorca? ¿Dónde me han hablado a mí de Lorca?
—¿No tendrá alguna propinilla para darme muchachilla?— Es una mujer pequeña y encorvada, con una chaqueta remendada, el pelo cano y las manos muy blancas. Busco en el monedero, no llevo suelto, saco un billete.
—Muy  amable joven, no llevo vueltas ¿no le hará falta para algo?—
            —No, no, quédeselo, estaba pensando en ir a Lorca, ¿sabe usted donde se coge el autobús? Estaba viendo en el cartel que tienen biblioteca—
—Empresa Trapemusa, al fondo. Tienen biblioteca claro, y teatro, polideportivo y hasta banda de música. Serán más de noventa y dos mil habitantes—
La miro extrañada ante unos datos que no me esperaba. ¿Dónde he oído recientemente de este sitio, ....Lorca....?
            Me despido de la anciana que al parecer tiene mejor amueblada la memoria que yo. Cojo el autobús y me planto en una ciudad. Tomo un taxi cuando llego y le indico que me lleve a un hotel que este bien.
            —Todo por aquí esta bien, pero mi primo trabaja en uno, en una bocacalle que da a la Avenida Juan Carlos I ¿le sirve?—
            —Excelente—
            En recepción, registrándome, mientras el botones esta ligoteando y riéndose con la recepcionista
            —Venga, venga, pregúntaselo...—
            —Pssiii, ¡calla!—
            Me pica la curiosidad —¿Qué es lo que me queréis preguntar?—
            —Nada, que..., ¡qué es muy curiosote!, se preguntaba si viaja con el caballero—
            No entiendo nada —¿Qué caballero? Viajo sola, no sé aun cuantos días me alojaré—
            —¿Ves?— Le replica con una sonrisa la recepcionista a su compañero— Es un líalo todo, y como el otro caballero viene por trabajo esta erré que erré que se tienen que conocer y que los pusiera en habitaciones contiguas. Están en habitaciones contiguas. Pueden comunicar las puertas sin lo desean. Por nosotros máxima discreción— Y con un guiño me da la llave de la habitación. El botones me acompaña al ascensor con la maleta y me abre la puerta de la habitación pero no me explican a que caballero se refirieren ni nada ¿Será un hotel temático o interactivo? Por si acaso atranco la puerta que comunica con la otra habitación con el escritorio, me cuesta moverlo pero no quiero sustos.
            He pedido la cena en el comedor del hotel, rellenando el impreso de alergias, claro está.  Tomo antes un baño de espuma y me arreglo un poco. Tengo la sensación de este viaje es especial, estoy nerviosa. El camino ha sido entretenido y sin contratiempos ¿por qué esta incertidumbre?.
            A la entrada al comedor, en una sala previa,  hay un corcho con noticias sobre el terremoto de hace un año de Mayo de 2011. También colgado hay información sobre un proyecto de una empresa que ha rehabilitado parte de los daños y que en esa semana estaban dando conferencias en diferentes áreas de interés. Hay una foto del periódico colgada con diferentes personas, me fijo que en suelo junto a una de las figuras hay un maletín de piel, ¿será un modelo muy común? Recuerdo al hombre apuesto de la consulta del alergólogo... ¡Ya sé a quién oí el nombre de Lorca recientemente! Me suben los colores al pensar que inconscientemente he podido seguir la pista de alguien desde otra ciudad.
            Entro en el comedor y le digo al maître mi número de habitación.
            —Su acompañante no ha llegado aun. ¿Espera en barra o en la mesa y va tomando un aperitivo previo?—
            —No tengo acompañante, esta noche cenare sola—
            Alguien se acerco por detrás y esperaba tras de mí a ser atendido.
            —La recepcionista me dijo que cenaba con el caballero de la 203. Nos pareció curioso que los dos tuvieran alergia al melón, y como se alojan en habitaciones contiguas...—
            Tuve calor frente a la idea de lo que estaba sucediendo, el maître sonreía, no se dirigía sólo a mí, también hablaba y miraba a la persona de detrás. Me volví.
            Una amplia sonrisa y unos ojos limpios me miraban.
            —Buenas noches. ¡Esto parece el destino!—
—¿Perdón?—
— Tenemos el mismo alergólogo. Esta mañana perdió usted algo por error me lo lleve en vez de dejarlo en consulta, he preguntado en una tienda y me han dicho que se lo podrían remitir por una identificación, pero puesto que parece que cenamos juntos tendré oportunidad de devolvérselo en persona—
            Realmente tenía motivos para estar nerviosa por el viaje, acababa de conocer al hombre de mi vida.



  Uriska

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