En la
entrada de "El almuezo desnudo" quedó pendiente mostraros un relato con las ideas que
proponían. La antología finalmente no salió, desconozco porqué, pero me ayudo a
explorar el lado bestia y visceral, la podredumbre de las personas y los sentimientos,
y dejar en el olvido los malos sentimientos que me transmitió “El almuerzo
desnudo” durante y después de su lectura. Me quedo con “La Penúltima Verdad” de
Philip K. Dick.
Este
relato quizás no es para leer, sino para deshacer y crear uno propio, ver que
partes quitaría y como quedaría más claras las ideas. Aparece violencia explícita,
física y vebal, y aunque no me he recreado en ello este relato no es
recomendado para menores de edad, ni mayores en un día vulnerable.
Son
las diez de la noche del viernes, y estoy tumbada en la cama después de un
estupendo chute, ya no tengo cargo de conciencia cuando lo hago, y esta noche
sé que será él el elegido. Tengo esa idea en mente y voy relajando ante el
subidón que vendrá luego.
Me
siento salir del cuerpo, veo mi carcasa sonriendo en la cama, con un pijama
azul y calcetines blancos, el pelo rodea mi cabeza a modo de corona, parezco
feliz… si no fuera porque se me ha olvidado quitar la jeringa de la pierna,
¡mierda!, ahora lo veo claro, me siento pegada al techo pero no iré más allá
hasta que alguien me ayude.
El
cabrón del perro rasca en la puerta pero no ladra, no eche el pestillo porque tenía
muchas ganas de empezar cuanto antes, por suerte podrán entrar sin tirar la
puerta, pero el peludo tendrá que ladrar. Llevo esperando tres días para este
viaje, y ahora sale mal. ¡Joder, ladra! ¡Avisa a alguien! No podré hacer mi vuelo
astral y colarme dentro de su cuerpo y su cabeza, espero al menos que mama o
papa se den cuenta, a pesar del perro silencioso, de la sobredosis y me
reanimen pronto, no quiero morir sin saber lo que siente siendo él.
Si
no se dan prisa puede que me tengan que ingresarme nuevamente, me afectara
física o mentalmente… ¿pero qué
digo? Mi mente ya va por libre, puede
que me afecte de manera diferente hasta ahora conocida. Tendría que buscar nuevamente
el modo de adaptarme. Si no se dan cuenta hasta mañana lo mismo muero, pero ¿Y
mi viaje? ¿Quedará suspendido? ¿Quedaré retenida? Fijo que no, la palmo y no
tengo más opciones.
Me
voy al principio de todo, cuando comencé a tener los síntomas de estar enferma…
no entendía nadie como una adolescente tan pronto podía estar pegando saltos
como que sufría una asfixia repentina, vómitos acompañados de diarreas, rotura
de huesos aparentemente sin realizar
ningún esfuerzo y alteraciones en mi ánimo que pasaban de la agresión a la apatía
más absoluta. Mis padres preocupados por
estos continuos malestares temían lo peor, y la sociedad médica me examinaba
bajo el microscopio sin saber que me ocurría, unas veces sus torturas daban con
lo que parecía ser un esquema de una enfermedad concreta y otras mi cuerpo tenía reacciones tan dispares que no había
forma de configurar un patrón concreto; me analizaron, pincharon, trocearon y
doparon, y a la única conclusión que llegaban fue que mi cuerpo generaba anemia
día sí día no, mis riñones tenían un
atrofia ya no se sabía si por tanto tratamiento o porque estaba así a la salida
de fábrica, y que mi asimilación del los medicamentos, fuera cualquiera que
fuera su cantidad, no tenía fin.
Hasta
que no comenzaron a producirse muertes en mí mismo edificio no se llegó a una
conclusión: una filtración de cadmio en los conductos de agua, unos tuvieron
suerte como mis padres que tomaban zumos y poca agua del grifo, no
desarrollaron ningún síntoma aparente y su salud no se vio afectada, otros
murieron con afecciones en el sistema nervioso
o cáncer pulmonar, y mi caso: mi cuerpo todo lo asimilaba y al momento
desaparecía. En todo este proceso los hubo que investigaron conmigo con amor,
por quererme ayudar, los diez análisis diarios y las lavativas era un ejercicio
diario practicado con cariño; y luego estaban los depravados, en los que la
punción lumbar sin anestesia era para que mis gritos combinaran bien con la
banda sonora de sus cintas medicas grabadas de la sesión, luego eso sí, algún
chute que me relajara y evitara que me volviera exigente. En todo este proceso
me hice adicta, y adicta a casi todo, a todo menos al hecho de querer ser yo.
Me
di cuenta que con determinados medicamente mi mente viajaba, terminaba
distorsionando, y salía de mi cuerpo, me veía a mí, veía a otros a mi
alrededor, en ocasiones incluso entraba dentro de otras personas, podía ver y
sentir lo que hacía ese otro y por un momento era adicta a eso, a ser un ente
que poseía a otra persona, pero era algo que no controlaba.
Con
el paso de los meses se fue acabando el presupuesto para que fuera el conejito
de laboratorio de un sinfín de degenerados corta miembros, y termine añorando
los medicamentos de esos estudios piloto. Las drogas de la calle son
increíblemente peores, yeso para el jaco, levadura para la coca, cafeína para la meta, orégano para la
marihuana… la de mierda que, en algún caso, lo mismo pasa desapercibida y da
igual subidón, pero en el mío en concreto el cuelgue no me hacía distorsionar.
Mis
padres encontraron un diario alarmante sobre mis hábitos: música, sexo y
drogas, para sorpresa mía lo que más les escandalizo fue el sexo; y me toco
escucharles hablar sobre el riesgo de embarazo.
Durante
el proceso de detección de la enfermedad me dijeron que probablemente no podría
procrear descendencia sana, tomaba precauciones por ese porcentaje del que no
hablaron de posible descendencia insana, y porque una enfermedad venérea no
sabía cómo mi cuerpo asimilador la iba a transformar; lo mismo consideraba la
ulcera de sífilis como bella y me llenaba de pústulas, y adiós a mi apetecible cuerpo.
Le intente dejar más tranquilos diciendo que sólo me iban las mujeres, cosa que
ellos sabían que era un mínimo de mis gustos por mi diario. Buscaba colmarme de
experiencias que hicieran mí existencia menos igual a lo que era en ese
momento, para mí el sexo era como un ejercicio más. Mi cuerpo se estimulaba con
cosas que en mi mente no podría llegar a imaginar a priori e investigaba por
ahí.
A
cualquier otros padres les hubiera escandalizado mi consumo de drogas, pero en
vista que lo que había tomado en el hospital quizás eso era lo de menos para
mis progenitores.
Lo
que debía de habernos llevado a alguna conclusión a ambos era la insaciabilidad
por los gustos musicales, todo me valía fuera de la temática que fuera,
mezclaba en un mismo día, Mozart,
Gwendal, Sex Pistols, Tina Tuner, ACDC, Camarón, The specials, Paco de Lucia,
Antonio Machín, …. Y eso era síntoma de
que de momento nada dejaría satisfecha ni a mi cuerpo y ni a mi alma; me
lanzaría a una búsqueda incontrolada de absorber. No sólo en la música sino en
el sexo y en las drogas.
Tuve
curiosidad por conductas compulsivas porque estaba encaminada a ellas; por lo que
no me había dado fuerte era por la comida, me veía reportajes donde anoréxicas
y bulímicas hablaban y sus experiencias con las comidas era lo que yo tenía con
las drogas, su sensación de superación de los trastornos era lo que sentía en
mis viajes distorsionados: que tenía posibilidades de ganar, pero por algún
motivo la comida no me prestaba ese juego, había probado no sólo a comer, sino
a cocinar, a combinar las drogas con la comida, pero ni aun así…, era un
elemento que me dejaba fría, por mucho horneado o flambeado a lo que lo
sometiera.
Con
el alcohol tampoco había conseguido demasiadas cosas, me saciaba más beber
agua, era casi mimetizarse en un objeto, en concreto un embudo, incluso había
días que superaba los diez litros contaminados de cadmio antes de que se
supiera el origen de mis perturbaciones físicas. Posterior a saberse que el
cadmio era uno de los motivos de mis males probé con el alcohol, pero
golpearse, humillarse, vomitarse, excretarse y violarse uno mismo o por otros,
que es resultado sin remedio de verse bajo los efectos etílicos, no me aportaba
sensación de salir de mí, sino todo lo contrario, terminaba encerrándome en un
recóndito lugar oscuro y húmedo, y nada erótico, de mi amasijos de sin saberes.
Una vez arreglada la red de agua potable sin duda decidí volver al agua.
Había
dado con el origen de muchos de mis males, pero la reacción de mi cuerpo y mis
adquiridas adicciones estaban ahí. Mis
padres decidieron aceptarme como un pesadilla más en sus vidas, junto con la
hipoteca quizás la más temida, y cuando encontraron el diario lo entendieron
era que debía de acudir a un loquero, el cual dictamino que era mejor que
estuviera en el seno materno para tenerla a ella como reflejo de lo que quería
llegar a ser y en el seno paterno para encontrar la fuerza de protección. Me
produjo risa en ver que un psiquiatra tras dos sesiones apenas de veinte
minutos hubiera llegado a esa conclusión y me carcajeaba por dentro cuando hizo
salir a mis papas queridos y me dijo:
—Sara, el no internamiento es para que no obtengas más
drogas de la que tienes diariamente. Vamos a tratarte como un yonqui estándar a
ver si regulamos algún hábito. En cuanto al resto de ideas que te rondan si
quieres me las cuentas, que lo mismo con un porcentaje menos de inteligencia
hayo una solución más sencilla y menos agresiva.
Desde
entonces es mi loquero, porque me demostró que no era tan imbécil, me ha dado
desde entonces muy buenas ideas, y me pone el juego de que alguien para variar
me diga “NO”, no es nada de eso de
encontrar unos límites que regulen mi equilibrio es porque si me dicen que “Sí”
luego me toca lavar las lágrimas o la sangre de los restos.
Aprendí
que cuando me rechazaban en un trabajo no era porque no estuviera cualificada o
me faltara experiencia, que también podría ser, en una ocasión me empeñe en ser
trapecista y me caí haciendo una pirueta, me gustaría contar aquí que había
red, pero pensé que en un entrevista de trabajo decir que nunca lo había
intentado (con o sin red) no quedaba bien, por suerte sólo fue la clavícula,
tres costillas y un cinco dientes. Con
escayola, clavos y reposo mi cuerpo genero un cintura entalladita, unos huesos
claviculares un poco prominentes y unas encías de hierro para meter unos pernos
y ponerme una dientes postizos, estos si quedaron ellos papilla e
irrecuperables. Reposo de seis meses por
cortesía de una clínica privada y rehabilitación, foto para el cuadro
honorifico de mejor cuerpo recuperado para dar ánimos a otros, mi compañera de
cuarto tras tropezar con un bordillo y darse en el tabique nasal, perdió la
orientación y se metió debajo de las ruedas de un coche, las piernas y parte de
la cadera estaban dañadas de por vida, cuando me fui tenía para otros
mesecillos, y estaba completamente
desmotivada con su día a día, —aunque esto —me decía— lo tenía ya de largo.
Volviendo
a la búsqueda de empleo, me rechazaban de los trabajos no porque no tuviera
aptitudes, sino porque teniendo aspecto de cría tenía mirada de haber vivido
cien años, y en realidad mi experiencia personal demostraba que así era.
Los
viajes comenzaron sin previo aviso y no era algo que controlaba al principio,
tenía la sensación de tener sueños muy vividos, sufrir pesadillas tremendamente
realistas, tener detalles de vidas ajenas muy detallados, sentimientos y
emociones que correspondían a otras personas, desarrollaba actividades para las
que no había estado instruida. De un día a otro desarrollaba conocimientos
concretos sobre experiencias que mi entorno nadie tenía, por ejemplo, he sido
siempre muy mala dibujante, colorear me gustaba de cría pero me salía de todas
la líneas que marcara el paisaje a colorear, es más, me salía hasta de libro de
colores y dejaba marcas de los lápices en la mesa, por lo que más de una vez de
pequeña me regañaban y me tocaba borrar y limpiar. Durante un fin de semana
soñé que era estudiante de bellas artes, después de eso, tenía conocimientos
técnicos para preparar un lienzo en un bastidor, sabía en que se usaba el
aceite de linaza y una pintura acrílica,
y sacaba un esbozo de casi todo con diez líneas rudimentarias. Me maravillaba
poder tener esas capacidades sin saber cómo, intentaba desarrollar alguna
teoría coherente sobre la adquisición del saber a través de los sueños, cuando
un día pase por el escaparate de una galería de arte y vi un retrato de alguien
muy parecido a mí. Entre a la galería y me di cuenta que los cuadros expuestos
eran con los que había soñado esos días, no parecidos, sino esos mismo, el
artista era alguien de carne y hueso, no un producto de mi mente o un
conocimiento retenido en una estantería astral a lo que acceder desde un mundo
paralelo, era real, tangible y de este mundo.
Me
empeñe en coincidir con el pintor de esas obras, había un aperitivo de puertas
abiertas tres días más tarde para decidir el cierre o ampliación de la
exposición, y cuando me presente era como saber todo de él, de Tom, hasta el
pensamiento más íntimo. Sabía que sentía curiosidad porque había soñado conmigo
pero que esa mirada de profunda admiración no era hacía mí sino hacía lo que
había representado el mismo en el cuadro, la idea abstracta con la que soñó que
ahora tenía forma. Valoraba si podía ser cierto eso de tener una musa
inspiradora, y si la había encontrado tendría éxito en su carrera artística, lo
que más anhelaba en esta vida.
Fue
rara la experiencia porque sentí el poder de la información, el poder real que
te permite decidir por otros, saber y
tomar la decisión antes de que los hechos sucedan. Conocía que tras unas
copas se acostaría conmigo y querría volverme a pintar, descubriría que no era
algo ideal sino una simple chica del montón de carne y hueso, probablemente nos
habríamos visto en algún sitio y recordándolo luego a través de un sueño,
pinto, sin más.
Había
estado creando en su mente y conocía que una vez que me tuviera sería una
muesca más en su paleta, que pocas personas se resistían a sus encantos porque
era tremendamente atractivo, hábil con sus manos, con su mente y con su cuerpo,
todo acompañado de las palabras adecuadas que le allanaban el camino hacia la
cama. Pero después de eso encontraba más atractivo el crear un dibujo, un
paisaje, una figura…
Tuve
la ensoñación de que me creyera por más tiempo su musa, le diría que no por el
hecho de que no me tuviera como algo carnal y pasara a segundo plano, me
apetecía ser el centro: por un momento de sus pensamiento, porque en su cabeza,
en ese instante era bella, no estaba podrida de miedos y sustancias, y él, a su
modo, me quería con todo su ser, en ese preciso instante. Fue un subidón total,
nada similar a cualquiera de los chustes de esa semana.
Me
hice la interesante hasta que llego alguien para presentar a Tom a más posibles
compradores y me escaquee, antes de arrepentirme y caer enredada en sus
sabanas.
Esa
misma noche, volvía a soñar con la exposición, pensé que era él, pero los
sentimientos no eran de triunfo por lo bien que había salido todo y conocer a
mi musa, sino que me sentía como una mujer, una mujer vulnerable, asustadiza,
miedosa, huía de alguien … Después de la exposición llegue a un apartamento
bien decorado, no a mi estudio de pintura, me quite lo zapatos y estos eran de
tacón de siete cm y terminados en punta, no deportivas anchas y cómodas, me
serví un copa de vino para quitarme el cansancio, pero cuando oí que había
alguien en uno de los cuartos me inundo
nuevamente ese temor antinatural. Sabía que yo era una mujer, que había estado
en la exposición de pintura, había disfrutado de la velada aun teniendo
obligación de estar allí, y ahora ¿habría entrado un intruso en la habitación?
¿Por qué tanto miedo?
Veo
salir a un hombre rudo sin camisa y vaqueros desabrochados de la habitación y
estoy quieta, dejo la copa en la encimera pero no soy capaz de moverme para
huir, me coge del cuello y me desviste con fuerza, no soy capaz de hablar o de
luchar contra él, su mano está caliente pero traspasa un frío que hiela. Me
fuerza encima del suelo de la cocina, deseo que se vaya pero permanece en la
casa, regresa al cuarto de donde ha salido sin mediar palabra y se tumba en una
cama grande a dormir.
Voy
al baño y tapo un espejo, sin mirarme, con una toalla, lloro, siento dolor en
el cuerpo por las magulladuras, me arde la vulva y me quema el alma, me siento
culpable por no decir mil veces no, por haber soltado la copa de vino en la
encimera y no sobre su cabeza y acuchillarle con cada esquirla de cristal su
puto cuerpo y beberme su sangre, después, para que no quede ningún rastro de
sus existencia corrompida. Ahora es todo ira mientras me ducho y enjabono,
cuando cae el agua me viene a la cabeza los cuadros del pintor, cuando me dio
la mano al saludarme, dos besos al despedirse, me dejo un canapé en la mano
mordido que no le gusto para que me lo comiera, eso me hizo gracia… sonrió sin
saber bien porque.
Al
despertar siento todavía el dolor de esa mujer, la desesperación de verse
atrapada y no poder salir, estoy maravillada como el recuerdo de los cuadros
del pintor apaciguo su alma y dio cobijo dejando fuera la ira y el miedo, eso
es lo que buscaba el pintor precisamente en cuando creaba, y había alguien que
veía eso en sus cuadros y él no lo sabía, pero ellos se conocían ¿cómo sería
ella? El problema de distorsionar en la mente de otro es que no siempre era
consciente de mi propio yo, no podía coger y mirarme sin más en un espejo y
saber dentro de quién estaba, antes no le había dado importancia pero ahora
sabiendo que estaba en la mente de personas reales y en el caso de ese día al
parecer en tiempo real, la curiosidad podía conmigo. Tenía que saber más.
Al
día siguiente volví a la exposición de pintura, el pintor se alegró sorprendió
de verme y siguió pensando que quizás la idea de que fuera su musa no era tan
descabellada, le invite a tomar un café para que descansara de recoger los
lienzos y demás cachivaches, no le habían ampliado la exposición porque estaba
casi todo vendido, había sido un completo éxito, además había quedado en hablar
con un galerista de otro país para una propuesta esa misma mañana.
En
la sala de exposiciones estaba sólo la directora, una mujer alta, morena,
atractiva, con un traje de chaqueta y falda, caro y bonito, imponía detrás de
mostrador seguridad y eficiencia.
—Vamos a tomar un café Sara y yo ¿quiere que la traigamos algo?
Dijo
el pintor mientras ella se acercaba a la puerta para cerrar por dentro mientras
aliamos. Me fije entonces en sus zapatos de siente cm de tacón, ¡Por el amor de
Dios! ¿Era ella? ¿Cómo podía ser ese ser asustado y no parecerlo?
Sentí
vértigo, despierta, sentí abandonar mi cuerpo y meterme en su cabeza. Temblaba
por dentro como una hoja en un remolino de viento, quería venir con nosotros a
tomar café pero no se atrevía, iba a pasar el resto de la semana la galería
cerrada y tendría que estar en casa, o vagando por la ciudad ocupando el tiempo
en no tener miedo, y ya comenzaba a pensar que no lo soportaría ni un día más,
ni un mes más, ni un año más….
Salí
propulsada por el dolor y estaba allí mirándola con cara de horror como nos sonreía siendo tan
amable, y nosotros sin ofrecerla que viniera.
— ¿Sara te encuentras bien?, te has puesto pálida.
—Estoy algo mareada, necesito el café, ¿cómo se llamaba
usted, no recuerdo si nos presentaron ayer? —Tenía que saber que conexión había
para soñar con una u otra persona.
—Me llamo Teresa, tropezamos un par de veces, te robe al
protagonista a última hora para presentarle a unas personas que estaban interesadas
en conocerle por negocios, espero que no te importara.
—No, para nada, así he tenido oportunidad de pasarme hoy
a saludar. Vente con nosotros a tomar el café.
—Esperad que coja el móvil por si llama Abbas, es la cita
de Tom para que le hagan una propuesta que creo que podría interesar.
Fuimos
los tres a una cafetería de la esquina, las mujeres miraban a Tom, los hombres
a Teresa, y los jóvenes a mí, era como el trio super sexy, menudos tres, un
pintor que buscaba el triunfo cuando ya lo tenía, una mujer hecha y derecha sin
poder defenderse, y una yonqui expuesta a cotillear en la vida ajena.
Tom
bebió de café descafeinado de maquina con leche de Teresa y probo su tostada
accidentalmente, mientras a mí me parecía una desconsideración hacia ella, la vi
sonreír y supe que eso la relajaba.
Entro
por la puerta un hombre moreno, alto y fornido, me resulto familiar pero hasta
que no se acercó a la mesa y saludo a Teresa no fui capaz de conocerle, al
verle me había resultado atractivo y guapo, al reconocerle se me encogió el
estómago y tuve una arcada.
—Sigo sin encontrarme bien, disculpad —Fui al baño y
vomite la tostada y el café, me tome un par de pastillas de colores para
relajarme y las trague con agua del grifo, siempre pensaba “quizás lleven un ración extra de
cadmio por la cara” y eso me ayudaba a no pensar en las pastilla ingeridas.
Salí
más tranquila aunque las pirulas todavía
no habían hecho su efecto.
—Sara te presento a mi primo, pasaba por aquí y nos ha
visto. Deberíamos de acercarnos a la galería, Abbas no creo que tarde mucho…
¿Sabes primo, Abbas es dueño de varias galerías en Canadá y tiene un escuela de
jóvenes talentos? Quiere hablar con Tom sobre una propuesta, les presente yo.
— ¿Qué comisión te llevas? —¿ese era su primo? Joder,
joder, joder…
—Nada, lo hago por amistad hacia Tom, por su arte, mi sueldo es el de la galería.
¿Sabes primo? Ayer mismo un comprador quiso llevarse un paisaje, y hubo que
embalarlo y mandárselo a su hotel, no quiso separarse por más tiempo de la
obra, se levantó gran revuelo y motivo a otros a comprar.
¿Por
qué narices decía eso de “¿sabes primo?” y buscaba hablar con él? Necesitaba
quemarlo vivo para sentirme un poco mejor, yo seguro, las rulas hacían ya algo.
Me reí…
—Eso seguro que ha sido una táctica de marketing tuya
para que Tom vendiera más.
Los
tres me miraron como si fuera un alienígena, el primo por primera vez se dio
cuenta de que estaba, Tom pensó en la posibilidad de que lo dicho fuera cierto
y miro a Teresa por primera vez con admiración, Teresa me contemplo con
sorpresa tras ser descubierta en una travesura. Nos levantamos en silencio y fuimos a la
galería. Sería el momento de irme pero no me apetecía dejar el primito por ahí
tan tranquilo.
Todos
en ese día me resultaban altos, el tal Abbas alias “el canadiense” era un
armario empotrado que tiro los trastos a Teresa de un forma impropia en una
negociación, claro que yo ahí de risas tampoco hacía mucho más formal la
reunión, me aleje hasta el baño para tomar otro de mis caramelitos y el
maravilloso primo vino detrás
— ¿Te asusto guapa?.
—¿Tú y cuantos más cabronazos? —que bien poder decir lo
que uno piensa. El estúpido se lo tomo a risa—Ten toma una y calla.
Estuvimos
más de una hora en uno de los pasillos hablando de gilipolleces, era un cuerpo
de hombre con la mente de un crio desequilibrado, vivía en casa de Teresa y
ella le pagaba todo por el simple hecho de ser familia, habían estado muy
unidos desde los trece años, esa idea me provoco vértigo y me hizo casi
enfermar. Nunca se desharía de él, por el motivo que fuera, ella no tenía
fuerzas para dejar atrás esa enfermedad que era parte de su familia. Si dejaba
a un lado lo que sabía siendo Teresa, este hombre me parecía simplemente un
estúpido pero no me daba la sensación de peligroso, sabía que por ello era más
peligroso aunque no me podía relajar. Decidí quedar con él para el día
siguiente en casa de Teresa. Tendría que idear algo para que ella estuviera fuera.
Fui a mi camello de confianza, no al habitual, uno que te encontraba lo que le
pidieras y te vendía precisamente eso no otras mierdas, le pedí algo que fuera
fuerte que llevara para el otro barrio.
—Chatina tú siempre con movidas raras, ¿te has cansado de
la vida? Hay más cosas que esta puta mierda en la que estas, eres joven aun y
puedes rehacerte.
— Joder
tron, siempre teniéndote que dar explicaciones de todo. No es para mí es para
una fiesta.
— Pues
al de la fiesta le van a dar un palo si se le queda un fiambre para recoger. Me
das miedo niña ¿en serio que lo quieres? ¿Qué ha hecho el cabrón para darle por
culo?
— Mira,
te lo cuento porque me conoces de niña y sé que si te preguntas tu achantas la
mui pero es para un hijo puta qué jode a un cría más de lo que debería ¿lo
pillas?
— Sigues
siendo una niña por mucho juego de mayores que llegues a meterte entre las
piernas, ándate con ojo, tendrá que inyectarlo y te recomiendo que le metas
algo en la boca aparte de esas hermosas tetas porque si no se morderá la lengua
y lo pondrá todo perdido ¿lo pillas?.
— Oka,
nos vemos tron—
Una
noche me fume una de sus mezclas y estuve tres días distorsionando, en una de
esas distorsiones me metí en la cabeza de un chaval al que todo el mundo le
jodía y cocinaba una aceite de hachís genial con eso consiguió escapar de su
casa y de un pueblo infectado de piojos, ahora mirándole las manos bien podría
ser ese chaval, en el pasado, ahora que sabía que la gente era real… ¿Podía ser
que distorsionara con gente que estuviera a mi lado y me relacionara?
Fui
a casa de Teresa, sabía por Tom que habían quedado con Abbas para cenar. La propuesta era irse a Canadá y tener un
estudio propio dando clases en una escuela y con los trabajos de los alumnos
montar una galería. Aquí Tom dudaba por la faceta de empresario que tenía que
desarrollar y fue cuando le sugerí que a Teresa lo mismo la interesaba un
cambio de aires en su vida laboral y que la invitara a cenar con ellos para ver
si cuajaban todas las propuestas. Ella acepto y eso era buena señal, ahora solo
quedaba inocularla de su enfermedad.
Entre
y solo pude pensar que como estaba el muchacho de bueno, lástima que el
exterior sea muchas veces una tapadera para la podredumbre que habría dentro, y
para muestra un botón: yo. Sirvió vino
bueno en copas y entramos en su habitación a escuchar música, pese a que me
gusta casi todo la suya no me molo nada, eran sonidos ratoneros aderezados con
voces chillonas, quizás para calar a alguien tendría que fijarme más en sus
gustos musicales.
— ¿Te importa que me ponga cómoda? —Sonreír hasta
derretirle.
— Como
en tu casa —él se quitó la camiseta y con la espalda tan perfecta que tenía
bien se podría ganar la vida de modelo— Vaya botas que llevas ¿son cómodas?
— Muy
prácticas para patear traseros nene —Me fui desatando los cordones de las
botas, quitando los botones de las tiras de cuero y una especie de grillete que
llevaban en la parte de arriba que si juntabas las de la dos botas podías tener
unas lindas esposas.— Mi madre odia esas botas.
Saque
la jeringa con el dial para preparar.
—Te he traído un regalito y los bombones no sabía si era
los tuyos.
Vi
en su cara sorpresa y su sonrisa me pareció, ahora sí, que ocultaba algo
despreciable.
—También tengo un regalito para ti, pero hay que ser
paciente, relájate guapa que todo llega.
Oyéndole
hablar me estaba poniendo nerviosa por momentos, para relajarme tomaba vino
pero este me daba sueño. El tipo no se decidía a meterse el pico y estaba
imaginando que debía de intentar hacer como que me ponía yo para que él se
decidiera.
— ¿No estas cansada? —Su pregunta y la mirada intranquila
a la botella de vino me hizo dudar, su copa ahora estaba llena y la anterior
bien podría haberla tirado cuando salió a la cocina, la llevaba en la mano.
Pero que estúpida había sido. Mi cuerpo estaba reaccionando con algo de sueño,
pero dada mi tolerancia a esas alturas lo mismo debía de estar ya grogui. ¿Y si
me metía él la chuta por la fuerza? Mierda, tenía que haber ido con más ojo
como me dijo el camello. Iba a probar a fingir y tener un sueño de la hostia.
—Estoy hecha polvo la verdad, voy a tumbarme —Me hice la
dormida, a los cinco minutos escasos me quito las mallas ajustadas que llevaba
y el tanga.
—Menuda puta que estas hecha, tendré que ver a mas
amiguitas de Tere porque estas cañón —Oí que se desabrochaba el cinturón y se
quitaba los pantalones. Si me levantaba ahora le daría un susto de muerte al
hijo puta y me daría tiempo a salir corriendo, la situación me ponía, lo mismo
me dejaba follar.
No
estaba preparada para lo que ocurrió a continuación, el imbécil eligió estar en
gayumbos para ponerse. Sí, se metió lo que yo había llevado. Al primer espasmo
se mordió la lengua y del dolor tropezó con algo y se dio en toda la jeta con
el mueble de la cadena de música. Quedó inconsciente, pero su cuerpo se siguió
moviendo como un rabo de lagartija cercenado y seguía sangrando por la puta
boca.
Me vestí sabiendo que ya no había polvo, aunque
en un libro una vez leí que si te lo haces como una gallina y le cortas el
cuello el placer es máximo, en esta situación había un paralelismo, pero me
apeteció más recoger la sangre y con ayuda de una manta arrástrale por una
escalera de atrás del edificio y tirarle a un callejón, por cortesía le deje en
pelota picada y con la botella de vino metida en el culo. Tarde mi tiempo para
que no me vieran, pero lo conseguí pese a que estaría cañón pero pesaba un
quintal.
Ni
que decir que Teresa se fue a Canadá con Tom y de vez en cuando distorsiono en
alguno de ellos, es genial hacerlo en gente que ya conoces.
Con
mi psiquiatra analizando la situación llegamos a la conclusión que si había
podio hacerlo cuando estaba despierta, y sucede muchas veces cuando duermo o me
coloco es algo que podría llegar a controlar y en eso estoy, los cuelgues
intento espaciarlos, hago mucha relajación y me intento concentrar en quien
quiero distorsionar, sigo sin saber porque no es lineal en tiempo y me cuesta
distinguir distorsiones en tiempo futuro y sueños normales, no le encuentro
lógica, mi psiquiatra dice que nada conmigo lo tiene, pero no pensé que sus
paranoias pudieras dar solución a algunos de mis problemas.
Había
querido esta noche distorsionar en él, un chico que me mola, no me le he tirado
porque le tendría que entrar yo, me pillo en el almacén del curro dándome el
lote con una y se piensa que soy lesbiana, la tía esta cañón. Ahora trabajo en
las oficinas y él está moviendo cajas. La tía en cuestión es escaparatista y
viene de vez en cuando para colocar
alguna cabecera de los productos. En una gran superficie donde encuentras de
todo, entre la gente que curra allí y los que van a comprar es como un mundo
entero por explorar, lo conseguí hace unos meses y creo que me quedaré ahí para
los restos. En esa oficina puedo pasar
desapercibida si tengo resaca o me he pasado, y siempre puedo ir al almacén a
tirarme alguien por cuenta de la empresa, se dónde está el punto ciego de las
cámaras de seguridad y no hay posibilidades que me pillen. Él me pillo porque
el puto tarado no se tomó todo su tiempo de descanso ¿quién hace eso?
Desde
entonces estoy queriendo distorsionar en él, he intentado no colocarme mucho y
hacer ejercicios de relajación y esas mierdas. Mi psiquiatra me dijo que lo
mismo es que me conecto a través de los canales que conducen a la mente
colectiva, y pesé a que no sabe ni el mismo lo que quiso decir cuando me largo
ese rollo, me sentí más tranquila. Hoy iba a ser el día, pero estoy aquí,
sintiéndome salir del cuerpo y no yendo más allá del techo.
El
perro comienza a ladrar por fin y arañar la puerta, esta cede y me lame la mano
y la cara, tendré que frotarme de lo lindo para quitarme sus babas, mis padres
se acercan por fin a ver que cojones
sucede. Se monta un escándalo de dios padre y muy señor mío, cuando llega
emergencias y me inyectan no sé qué mierda regreso a mi cuerpo acordándome de
todo, ahora estoy dolorida y me siento hinchada. Tendré que de volar por unos
días.
Es
lunes, he descansado todo el fin de semana en casa por no tenerla con mis
padres, se asustaron bastante y pensaron que esta vez ya era la última que está
en el umbral.
—Hola Sara, ¿te apetece desayunar? Es
pronto para entrar—
No
me lo creo, es él, ni le vi acercarse, es la primera vez que dice de tomar algo
fuera del curro.
—Vale,
me gusta el café del de la esquina—
—Tienes mala cara, ¿estas enferma?—
Lo
que le gusta oír a toda mujer del hombre que le gusta, que parece que está
enferma
—Mal fin de semana. Tu estas radiante
¿alguna buena noticia?—
—No, pero bueno he pensado que me
apetecía tomar contigo un penúltimo desayuno—
— ¿Penúltimo desayuno?—
—Una cosa que dice mi viejo en la
celebraciones, penúltimo café, penúltima copa, penúltima comida… ¡chorradas!
Tuve un sueño rarísimo el viernes y he estado pensando en ti todo el fin de
semana.
Me tensé era posible que las distorsiones fueran en ambos
sentidos, ¿Qué pasaría si alguien estuviera en mi mente? Hostias, con todas las
cosas de la que me arrepentía por eso de mejor arrepentirte de lo que haces de
lo que no haces es como tener que pensar en excusarme de muchas cosas delante
de la gente, ¿me pedirían explicaciones? ¿Sería capaz de darlas?
— ¿Soñaste qué era yo? —Tantee para que
me contara el sueño y no sé cortara.
—Ja ja ja eso hubiera estado chulo, pero
no, soñé que era tu perro, era extraño, porque imagine un habitación pintada de
color azul con posters de parques naturales en las pareces, un escritorio art
deco nada juvenil y algo viejuno con un pedazo ordenador que lo flipe, y yo
¡¡siendo tu perro!
Sentí morir, era la descripción de mi habitación y algo
así no podía ser inventado, nadie del curro había estado en mi casa, y no tenía
fotos de mi cuarto.
—Bueno el caso, es que como perro tuyo
te adoraba, me habías dejado fuera de tu habitación y estuve rascando una
eternidad para que abrieras y me sacaras a dar una vuelta, intentando no arañar
la puerta porque sé que eso te molesta y tal, pero… al final no pude resistirme
y entré nervioso perdido para buscar la correa y salir a pasear contigo al
parque y allí estabas tú, haciéndote la muerta para que jugáramos y me sentí explotar de felicidad. Llegaron tus
viejos histéricos perdidos y lo tuvimos que dejar, lo de ir al parque, pero eso
me ha hecho pensar.
¿Mi perro me quería tanto? Es más casi no le soportaba
porque pasaba de mí desde cachorrillo. Estaba conmocionada, por eso, y porque
había más gente distorsionando.
—Entonces Sara me di cuenta, que pese a
ser un sueño chorra, eso podía significar que me he fijado en ti, y quería
comentártelo, no sé.
Era raro para ser una declaración, pero era más raro era
que me siguiera gustando ese chaval después de decirme que se había metido en
la cabeza de mi perro. Había muchas cosas que intentar para distorsionar. Se
quedó mirando y de nuevo viaje estando despierta sabía lo que quería oír de mí.
—Podemos hablar esas y otras cosas en un
penúltimo almuerzo.
Uriska»
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