“El solsticio
de invierno”, de Ricardo Muñoz Fajardo. Editorial Shepa.
Esta entrada llega con casi un año de retraso, así que… si aún he
insistido es determinados libros no es por obligación es por interés de
mostrarlos.
Hice una entrada del día de la Feria del Libro de Madrid cuando compre este libro y me acerque a
conocer al autor. Me encanta el entusiasmo que demuestra Ricardo en sus
palabras a través de la red, transmite positivismo y ganas de hacer con los
libros. Y por eso me decidí por una novela suya que en principio por la
sinopsis me hacía entender que en mi interior iban a surgir conflictos al
leerla. Podéis ver también el bookmovie y leer la contraportada:
El fondo por el que transcurre la primera parte de la novela es una huelga en los últimos años del franquismo, pero los protagonistas de la trama son los miembros de la Brigada Político-Social, con sus métodos, sus coacciones, que no pueden ocultar la sensación de que la dictadura está dando sus últimas bocanadas, aspecto mucho más evidente cuando el presidente Carrero es asesinado y los sindicalistas del proceso 1001 son condenados a largas penas de cárcel.
Pero también habla de la cotidianidad de dos policías de verdad, adscritos a la Brigada Provincial de Policía de Madrid, que atienden casos en verdad delictivos, asesinatos principalmente, que escapan del ámbito del tiempo y los medios de las comisarías de distrito de la capital.
Y en este contexto sociocultural y político, que no esta tan
alejado de la época actual como me gusta creer, no encontramos con un asesino
en serie que considera que actuando así apoya a su Estado. Lo que a mis ojos de
lectora no puede tener relación los cadáveres que van descubriendo ya al final
de la novela se revela. Spoiler: el desprecio a las consignas del Estado: un
vago, un violeta, un rojo y un político.
Me he encontrado en que los personajes dialogan entre ellos
mientras por una parte realizan las pesquisas de una investigación compleja por
lo medios con los que cuentan, y porque parece que nadie quiere ayudar a que se
sepa la verdad.
El hecho de usar en la historia como sinónimos vago a vagabundo o
violeta a homosexual os da ya una idea de las controversias que se pueden
desarrollar en la novela. El autor consigue presentar varios puntos de vista de
los diferentes personajes de un manera equilibrada pudiéndote centra en el hilo
conductor de la historia sin que los condicionamientos socioculturales o
políticos te limiten la narración. Dicen que para no discutir mejor no hablar
ni de política, ni de religión, ni de sexo; por lo que me sorprende la fluidez
de una narración que trata estos temas de lleno y en el que el autor sale
airoso.
En la presentación del libro de Demiurgo me acorde de este libro
porque se menciono algo así como que en los libros españoles los asesinos en
serie no son habituales. Aquí contamos con otro ejemplo de esos escasos.
En “El solsticio de invierno” se ve que puede darse el caso de llegar a eso si se
encubre los acontecimientos o por torpeza no sé investiga correctamente.
No he podido evitar comprender y empatizar con el poli nuevo,
desgreñado, sin vocación laboral pero con interés por descubrir y comprender;
ser capaz de ponerse en la piel del otro y arrastrar a los demás, volver algo
en la conciencias y propiciar el cambio, el movimiento a algo mejor.
Me ha gustado pasear por ese Madrid donde puedes ir hasta el
centro en coche y pasear sin tropiezos. No me ha gustado encontrarme con la
marginación por ser algo que otro dicen que es diferente, con la agresividad
verbal y física contra el que está en frente de ti. He visto que lo que otros
lucharon con huelgas y privaciones se termina de perder en estos días. Esa ha
sido mi lectura menos feliz pero en el libro correctamente tratada y
compaginada con la historia.
E históricamente e aprendido algo más sobre la División Azul aparte de lo que leí en Niños feroces.
Recomendárosla.
Repito: Recomendárosla
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