Desgraceland, de
David Benedicte. Editorial Baile del Sol.
Sinopsis de la
editorial:
¿Dónde diablos está el botón de reinicio que te permita volver a nacer? ¿A quién le toca desenladrillar, a base de estridentes martillazos, el cielo que hoy cubre tu desdicha? ¿Qué empleado del mes se encarga de recoger las flores mustias de las aceras?, ¿y las zapas abandonadas, sobre un charco de sangre, en medio de la batalla? ¿Quién se ocupa de cambiar los escaparates acribillados por las balas? Bienaventurado seas tú, Vic Mamel, vieja gloria setentera de la canción ligera española, que habitas en una Graceland de lo más peculiar por cuyos rincones despoblados, espinosos, periféricos, pasean los paseados, y gimen, y tiemblan, y aguardan quejosos, clamando por tu lúgubre recuerdo. Porque para ellos, el Cielo es un lugar donde todos los días hay paella, aunque el rehogado del caldo sean los golpes de sus maltratadores y verdugos. Cuando habitas en el lugar donde cada reloj solo marca horas fatales, siempre tocas fondo bajo tierra. Se trata de una mansión donde algunas groupies octogenarias ensayan posturas de muerto, pese a que nunca haya tumbas donde llevarles flores. Allí, en tu funesto castillo, donde nadie te peina ni endereza tu alma. Porque esto es una road movie en clave de noir rocanrolero y porque tú ya estabas muerto cuatro o cinco décadas atrás.
Coincido con Francisco Vaz Gallego en su reseña que podéis encontrar AQUÍ que es una novela disruptiva.
Sé, de oídas, que
existe en España autores de realismo sucio y que hay controversia sobre este
tema, así como claramente identificamos en
autores americanos esa etiqueta y sabemos de qué hablamos. Cuando he leído Desgraceland
no he podido evitar ponerle esta descripción.
Vic Mamel es un músico
consagrado, ha tenido éxito y es egocéntrico, poliadicto, pervertido y
desagradable. En esta novela el autor nos hace un recorrido por varias de las actuaciones
de este personaje. Parece que él siempre
actúa; en un concierto, en una residencia de ancianos, con sus fans, con los
periodistas, con su mujer, con sus hijos, en la piscina…
Se ajusta a la
idea de estrella musical depravada que podemos imaginarnos, luciendo en el escenario
pero que es alguien que en el día a día debemos tener lejos porque degrada todo,
y a todos, con los que tiene contacto.
Aparecen
personajes del escenario musical reales, y letras de canciones que se tararean
en la lectura de los párrafos.
Me he compadecido
de la familia del músico en su huida.
Es una novela
entretenida por la frescura que está escrita y abrasa y remueve en las escenas.
Aparecen partes que son entrevistas y/o conversaciones telefónicas que hacen, también
diferente, la forma de narrar del autor.
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