Relatos, Guy de Maupassant. Austral. Comento este libro por el reto literario propuesto por OhLibro para Febrero. En el
#RetoOHLibroFebrero tenías que elegir cuentos o relatos, en lo que tuvieras mas de un
60% de conexión, y Maupassant es mi propuesta.
Presentan este este conjunto de relato de la siguiente forma
Maestro consagrado en el arte del cuento y el relato corto, Maupassant ha sido considerado por la crítica mundial, junto con Hoffman y Poe, como uno de los tres grandes genios del siglo xix en su género. Discípulo de Flaubert, enseguida buscó su propio camino, que lo acercaba más al naturalismo de Zola.
Los relatos que ofrecemos en esta edición son representativos de la primera etapa de este escritor y giran alrededor de dos temas fundamentales en su obra: la guerra y la prostitución; como ocurre de forma paradigmática en «Bola de sebo» y «Mademoiselle Fifi».
Me gusta la manera que tiene el autor de crear un ambiente opresivo hasta que sientes que todo es sospechoso y horrible. Además termina por confirmar en la historias que ese así. Suelen ser cuentos breves, lleno de adjetivos y descripciones de paisajes o escenarios, que te introducen a visionar la historia y disfrutar con terror de los misterios que va contando.
Los personajes son para hacerles un análisis psicológico intenso.
Con anterioridad ya os había mencionado al autor en el blog y como las ultimas entradas son de novelas de relatos creo que es lo más apropiado incluir este reto aquí y poder participar. Creo que es mejor mostraros para de las escritura del autor directamente si no le conocéis, y si ya lo habéis leído ¿Cuál es vuestro cuento favorito de él? Este o no inlcuido en este conjunto de relatos.
Párrafos de Bola de Sebo:
Durante varios días habían atravesado por la ciudad los restos del ejército derrotado. Más que tropas, aquellas eran hordas desbandadas. Los soldados tenían la barba crecida y sucia y el uniforme hecho jirones, y avanzaban vacilantes y abatidos, sin bandera y sin regimiento. Todos parecían anonadados, derrengados, andando sólo por costumbre y cayéndose de fatiga en cuanto se detenían. La mayoría eran movilizados, gentes pacíficas, rentistas tranquilos, rendidos bajo el peso del fusil; o jóvenes voluntarios decididos, vivarachos, propensos al pánico y prontos para el entusiasmo, dispuestos al ataque como a la huida. También, entre ellos, algunos pantalones rojos, restos de una división diezmada en una gran batalla; soldados de uniforme oscuro alineados con los de artillería, y de trecho en trecho el brillante casco de un dragón de tardo paso, que seguía a duras penas la marcha más ligera de los soldados de línea.
…
La cesta se agotó. No había costado mucho tiempo el vaciarla, sintiendo, desde luego, que no fuese más grande. La conversación continuó algún tiempo, aunque se había enfriado algo después de comer
…
Al día siguiente todo el mundo se levantó temprano también, con la esperanza indeterminada, con el vago deseo de irse, con el terror de tener que pasar un día más en aquella horrible y reducida posada. Pero los caballos permanecían en la cuadra y el cochero no aparecía. Por hacer algo, pasaron una parte del tiempo mirando al coche.
…
Y durante toda la noche en la oscuridad del corredor se oyeron algo así como estremecimientos, ruidos ligeros apenas perceptibles, semejantes a soplos, rozar de pies descalzos, crujidos insignificantes. Y de seguro que nadie se durmió hasta muy tarde, pues por largo tiempo salieron rayos de luz por debajo de las puertas. El champaña produce tales efectos: se dice que perturba el sueño.
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